la tribuna

Miguel Ángel Fernández Madrid

Autocrítica y transparencia

LOS días pasan y da comienzo un nuevo mandato municipal en todos los ayuntamientos del país. El Partido Socialista, en las pasadas elecciones municipales, sufrió una gran derrota y así debemos reconocerlo los militantes, los responsables públicos y el conjunto de órganos de dirección. Ahora es el momento de buscar las causas, las razones que han llevado a muchos votantes, o bien a depositar su confianza en otras opciones políticas, o directamente a quedarse en casa. Pero sobre todo es el momento de que los análisis sean lo más certero posible con el objetivo de encontrar los caminos que debemos recorrer en el corto y medio plazo. Y digo caminos porque los resultados electorales han tenido muchas causas desde mi punto de vista: la crisis económica y las medidas para afrontarla y la indignación del movimiento 15M, pero también la gestión propia de dicha crisis y de la política en general que el PSOE ha realizado en el ámbito municipal en los últimos años.

De forma paulatina, desde mediados de la década de los 90, hemos perdido poder municipal y cada vez mayor número de votantes de las grandes -y medias- ciudades han optado por otros partidos políticos.

En este sentido, dicha pérdida ha sido mayor en el arco mediterráneo, que es donde más especulación urbanística ha existido. Esta paradoja aparente precisa también de un análisis profundo porque la corrupción, el clientelismo político y otros desmanes, como la trama Gürtel, han socavado la credibilidad de los partidos políticos y la solvencia de la propia democracia para defender los intereses del conjunto de la ciudadanía por encima de los intereses particulares de unos pocos desalmados que sólo han buscado la acumulación rápida y sin límite.

En el caso de Granada, pero también de otras ciudades andaluzas, tampoco ha ayudado al PSOE que, tras cada pérdida electoral, sobre todo a partir del año 2000, tuviésemos que renovar el proyecto municipal y, además, buscar un nuevo cabeza de cartel en cada nueva convocatoria electoral. Este hecho parece también haber provocado desconfianza hacia nuestras iniciativas locales por parte de la ciudadanía, como si no hubiésemos sentido interés por recuperar un liderazgo municipal tan importante para la calidad, la transparencia y la profundización democrática de nuestro país, sobre todo en la búsqueda de nuevas formas de participación para la toma de decisiones en aquellas cuestiones que más de cerca afectan al conjunto de la ciudadanía.

Igualmente, pese a los esfuerzos de la Junta de Andalucía por afrontar los retos de las aglomeraciones urbanas, el PSOE no ha sabido explicar -para que la ciudadanía valore dicha complejidad- ni encontrar las estrategias adecuadas para definir y planificar una gestión eficiente entre el conjunto de los municipios afectados. Y no es, a mi entender, un debate menor, ya que el futuro económico, cultural y social de dichas aglomeraciones pasa, inevitablemente, por el abordaje conjunto de medidas para afrontar la movilidad, el crecimiento urbano, los yacimientos productivos, la protección del paisaje, etcétera. En suma, para garantizar la sostenibilidad de nuestro territorio. Quizá al PSOE le ha faltado músculo, y la apertura a la sociedad para poder explicar nuestras posiciones políticas abiertamente en torno a asuntos estratégicos para el desarrollo de nuestras ciudades.

Más allá de la institución, de la necesidad de trabajar desde la lealtad y la colaboración entre instituciones -que es lo que no ha hecho el PP en estos últimos ocho años de poder en la ciudad de Granada-, el PSOE necesita abrirse a la sociedad y trabajar en red.

Pero también, y cada vez con más fuerza, las instituciones, las personas que ejercen responsabilidades públicas, y sobre todo si son de partidos progresistas, están obligadas a rendir cuentas más allá del altavoz que la prensa nos brinda. Es necesario abrir cauces de participación directos y buscar la corresponsabilidad de la ciudadanía.

Por todas estas razones, el PSOE debe abordar un debate general acerca de las políticas municipales desarrolladas en los últimos años. Un debate centrado en cómo hemos afrontado las diferentes convocatorias electorales sin perder de vista la perspectiva histórica a la que antes hacía mención.

Un debate sincero, autocrítico, abierto, donde no olvidemos la confusión que creo que hemos tenido a la hora de hacer táctica política cuando correspondía tener estrategia y complicidad ciudadana. De ahí la necesidad de hallar caminos para atender a los retos en los que nuestras ciudades están ya inmersas, como es el caso de Granada (y su área metropolitana), con el fin de dar respuesta también a muchas de las reivindicaciones que durante estas últimas semanas se han escuchado en la calle. Porque además del debate global, los valores democráticos se trabajan desde la cercanía. Lo glocal de nuevo, impone imaginación, responsabilidad y transparencia.

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