opinión

Jesús Cascón

Berbel, historia de un partido

Treinta años de luchas han desembocado en la construcción de un gran partido como es a día de hoy el PP de Granada; un partido que tiene una gran deuda que saldar con Díaz Berbel y con aquellos que ya nos dejaron

HE de reconocerlo. El pasado sábado me fallaron las fuerzas para acudir al entierro de mi hermano y compadre Gabriel. Estuve en la Capilla Ardiente instalada en el Salón de Plenos del Ayuntamiento, el mismo en donde tantas veces vi a Gabriel sentado como alcalde, y en el mismo salón en donde tomé posesión de mi cargo como director de Cultura, y he de confesar que mi tensión arterial se disparó hasta tal punto que tuve que acudir a urgencias porque me asusté. Durante toda la noche estuve pensando en él, en mi llegada a Granada en un vuelo en donde coincidí con Francisco García Anguiano, que luego se convirtió en un gran amigo. En aquel vuelo que me trajo a Granada desde Madrid, Paco, entonces gerente de seguros La Paz, me comentó las dificultades que me encontraría en Granada sobre todo por la "malafollá", algo que pude con probar con el tiempo, cuando se me recibía en las mejores casas con las puertas abiertas porque era el "niño" (entonces tenía 28 años) enviado por Fraga. Con el paso del tiempo y una vez que caí en desgracia, a raíz de mi dimisión como secretario general de AP, aquellas puertas abiertas se cerraron, unas a cal y canto, y otras medio entornadas, que me invitaban a no entrar. Cosas de la "malafollá", supongo.

En mi recuerdo hay capítulos desconocidos de aquella época, como el vivido el día en que se me amenazó de muerte en Motril y Granada por quitar a un determinado candidato de las listas del Parlamento andaluz, o el incendio de la sede de AP en la Plaza de los Campos, o el "secuestro" de uno de los candidatos que formaban parte de la lista del partido en Motril para evitar que nos quedáramos sin candidatura en aquella localidad, o mis enfrentamientos con el Kirpatrick del "Realejo", o la iniciativa llevada a cabo para pactar con los "catetos" en la Diputación para quitarle el gobierno al PSOE... En todo ese tiempo mis relaciones con Gabriel estuvieron marcadas por una relación de amor/desengaño; nunca le perdoné que aceptara mi dimisión como secretario general hasta que, hace unos meses, con ocasión de unas declaraciones realizadas a un medio de comunicación granadino, muy crítico con Torres Hurtado y Sebastián Pérez, me llegó a confesar su error de no haber intentando convencerme de que desistiera de mi propósito de dimitir, tal y como le aconsejaron su esposa Manola y sus hijos. Aquel día entre Gabriel y yo volvió a fluir la química que prendió un día con ocasión de mi primer encuentro con él en un Congreso de NNGG. Pero todo eso es ya historia, historia que para algunos serán batallitas de esas que cuentan los mayores a sus nietos, y eso es precisamente lo que quiero evitar, que esta segunda despedida sea un recuerdo continuo de batallitas y anécdotas interminables que quizás a muy pocos interesen.

Pero se quiera o no, son historia viva del partido en Granada, de ese partido que empezó a presidir tras un encuentro en París, con el entonces presidente de AP en Granada, Casto Susino, uno de los grandes olvidados, y que tras 30 años de lucha han desembocado en la construcción de un gran partido como es a día de hoy el PP de Granada. Un partido que, sin ningún tipo de dudas, tiene una gran deuda que saldar con Díaz Berbel, como la tiene que saldar con aquellos que hoy no están presentes, y que ya nos dejaron, como Francisco Gijón, Elena de Vizcaya, Pedro Revilla , Ramón Legerén, José María Anchisi, Eduardo Jiménez Barreda, Emilio Alcaraz, Antonio Velázquez, Pitita Ruiz Jiménez… Sin ellos y otros muchos militantes, la mayoría desconocidos para los dirigentes de hoy, como José García Robledo, José Morales Maldonado (Platanito), José Romero, José Olea, los hermanos Corbera, José León, Ricardo Prieto, José Molina, Juan Fernández Arellano, Valentín García Mellado, Tomás Sola, Leandro Cabrera, Fernando Cabrera, Francisco Porcel, José Segura, Alberto Martínez, Luis Casaseca, Gracita Andreu, Magdalena Cardenete, Baldomero Martín, Enrique Martínez Checa, Miguel Angulo, Manolo Vizcaíno, Luís Cerrillo, Carmen Castellanos, Francisco Pertíñez, José Salas de Jorge, Casto Susino, José Luis Bustamante, Antonio García... a buen seguro, hoy no habría sido posible que Sebastián Pérez y José Torres Hurtado se hayan convertido en, respectivamente, presidente de la Diputación y en alcalde de Granada.

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