Mar adentro

Milena Rodríguez / Gutiérrez

Botellón en el 'botellódromo'

EVENTO", le llaman en este periódico al botellón que tuvo lugar en Granada el viernes en celebración del Día de la Primavera. Un macrobotellón al que asistieron unas 15.000 personas (dicen que de toda España y aún del extranjero) y que tuvo la novedad de desarrollarse en el recinto acondicionado por el propio Ayuntamiento para estos menesteres; es decir, el ya familiar botellódromo. El "evento" ha tenido unos resultados que merecen comentarse: unos 20 comas etílicos; algunos casos de cortes con cristales; un pequeño incendio en un árbol y unos 45.000 kilos de basura. Para que dichos resultados fueran posibles, el Ayuntamiento tuvo que invertir la cantidad de 34.000 euros, empleados, básicamente, en la seguridad del lugar y en la posterior recogida de basura.

Uno de los aspectos más comentados de esta celebración ha sido la conducta de nuestros dirigentes municipales que, al enterarse de su convocatoria, denunciaron con apresuramiento y antelación el aún futuro acontecimiento. Con toda lógica, la Justicia no les dio la razón: el botellón fue convocado en el botellódromo y, ¿quién daría la razón al dueño de un cine, cuando denuncia que próximamente la gente va a acudir a su establecimiento a ver películas?

Con todo, lo que más me impresiona respecto a este suceso es la foto que traía el sábado el periódico, esa foto botellonística repleta de personas, que no puedo evitar asociar a la palabra "evento". Una palabra que, entre las líneas del reportaje, pretende describir la fotografía, o más aún, definirla. Extraño, raro evento éste, piensa una, en el que muchas, tantísimas personas, se congregan en un lugar en el que nada ocurre. O en el que lo que les ocurre (llamémosle sólo beber) bien podría seguirles ocurriendo sin necesidad de encontrarse todos allí reunidos. Un cubano despistado podría pensar al ver la foto que se trata de una cola gigantesca para comprar. Porque lo cierto es que la panorámica parece ofrecer sólo un motivo para la concentración: un cartel de Hipercor en el que se anuncia, borrosamente, un descuento de 50 % por unidad.

Al situar el botellón en el botellódromo el Ayuntamiento lo ha acotado. No sólo porque lo ha reducido a un único espacio, sino, sobre todo, porque ha permitido que se vea lo triste, lo vacía, y lo barata, que es esta diversión juvenil tan de moda. Que 15.000 jóvenes vengan desde toda España y aun del extranjero para reunirse durante tantas horas en un local donde no hay música ni espectáculos ni películas ni protestas es una metáfora desoladora de la sociedad en que vivimos.

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