Tiempos modernos

Bernardo Díaz Nosty

Cargos de escasa confianza

EN la Administración, los políticos consolidan su red de influencia a través de los cargos de confianza. Pero si los políticos caen en el descrédito y pierden la confianza que recibieron, ¿cómo habría que llamar a los beneficiarios de estos cargos? Cuando se habla de la reforma de la Administración y del recorte del gasto, es por aquí y por otros atributos insostenibles de poder por donde sería menester aplicar la tijera.

La Administración autonómica tiene, se dice, demasiados funcionarios, pero a veces éstos quedan anulados por el papel secante de los puestos de libre designación. El funcionario ha pasado, al fin y al cabo, por oposiciones competitivas y posee una alta especialización. El cargo de confianza suele ser, en ocasiones, la válvula de escape del amiguismo y del enchufe, males del viejo país reproducidos en una estructura de nuestros días… Sé de la satisfacción de una madre cuya hija ha conseguido un cargo graciable en una delegación provincial. Decía la señora: "Mi niña ha entrado a trabajar en el partido…". Como si el partido fuese El Corte Inglés. El principal requisito para estos nombramientos es la cercanía con el empleador y puede que no los méritos, porque no se entiende bien la versatilidad de los agraciados, siempre a remolque de la omnisciencia del jefe, hoy en agricultura, mañana en educación, pasado en sanidad...

Alertan los veteranos que ahora, con el desembarco de los jóvenes cachorros, éstos se rodean de gente de su generación -la mejor formada-, pero prestan más atención a la creación de estructura de poder y al empleo del menesteroso con pedigrí que a la excelencia exigible.

Cuando se dice que sobran funcionarios es de justicia considerar si lo que sobran no son los puestos de no se sabe bien qué confianza. No es bueno, asegura alguien que cree conocer por qué perdió el favor, tener iniciativas o mostrar una actitud responsable, ya que se levanta la sospecha de la ambición. El cargo se debe al jefe y su casta no es la de los funcionarios. Algo que desmoraliza a quienes se han formado, han ganado una plaza y son víctimas de la incompetencia del de arriba.

Buscando la eficiencia, el ahorro y la racionalidad, sería preciso elevar el listón de responsabilidad de los técnicos y reducir a la mínima expresión los nombramientos a dedo, que no deberían recaer sobre legos en la materia de la que se les hace responsables. Porque si, como decía la madre confundida, ocupar un puesto de estos es trabajar en un partido, retribuir por amistad, vinculación política o cuota de poder nos sitúa al borde de la financiación irregular.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios