Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

La Cataluña hermana

Confusos andamos en esta orfandad de líderes que sepan encauzar este maremoto largo tiempo anunciado

Soliviantados vivimos por nuestra querida Cataluña. Cada día un vuelco más al corazón. No ganas para sustos de tanta mala política-ficción que ya sí que va en serio. Una tregua por favor.

La cosa empeora. La independencia pasó de vaga amenaza a inminente realidad. Lo impensable nos pilla sin saber reaccionar a perder un trozo de lo que por quinientos años es nuestro país. La mutilación duele. Difícil será imaginarse la piel de toro con un mordisco enorme por un lado; o pasar por Levante sabiendo que te toparás con la frontera y su ritual de pasaporte, revisión de vehículo y posible cambio de moneda allí donde siempre quedaban kilómetros por delante hasta la libertad de la sin par Barcelona, nuestra joya-capital junto al mar que siempre fue un poco gatuna, querible pero poco amable, pero en casa común, en este hogar de siempre en la que nos peleamos pero, ojo, que nadie nos toque a un gallego o a un murciano, que al fin y al cabo hermanos somos.

La fraternidad rota se avecina. Uno de la familia quiere darse de baja. Daba igual si era el singular/peculiar/distinto de la familia (más europeo y racional, menos afectuoso, con su punto antipático y poco generoso). Pero se le quería igual, porque al catalán siempre lo tuvimos como uno más, aunque se empeñara en hablarnos en su propio idioma que, total, se entiende bien y qué más da. Pero pasó de la antipatía a la hostilidad, a no creerse parte de algo más que su terruño. Y educó a sus hijos en esa animadversión a todos los demás. Y así lo catalán se ha empobrecido desde aquella ciudad que se abrió al mundo para acogerlo entero cuando en el 92 todo español cantaba con orgullo el Amigos para siempre de la fraternidad y el amor universal.

El espejo de aquel hechizo está roto. Tal vez se recomponga pero ahora hay ira, dolor, tristeza, culpa. Pero, sobre todo, está el miedo al qué pasará aún: ni el Estado puede dejar marchar así ni ellos se van a replantear que se quieren largar. Confusos andamos en esta orfandad de líderes que sepan encauzar este maremoto largo tiempo anunciado, alguien que devuelva la paz de aquel sonido constante de las olas que recuerdo de una de mis playas, la de Calella de Palafrugell lejana y, además, ya puede que pronto extranjera.

No. Ya nada será igual.

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