URGENTE Pedro Sánchez se retira de la vida pública hasta el 29 de abril para pensar si seguirá de presidente del Gobierno

señales de humo

José Ignacio Lapido

Catástrofe

LOS nuevos tiempos dictan que inmediatamente después de una catástrofe natural haya un equipo de psicólogos dispuesto para atender a los damnificados. Antes, me refiero a épocas pretéritas en las que la psicología no gozaba de la sobreestima que tiene hoy en día, los afectados por este tipo de situaciones dramáticas se apañaban solos con su dolor. En todo caso eran los sacerdotes los que prestaban consuelo espiritual a las viudas, huérfanos y familiares de las víctimas. Pírrico avance del laicismo: los psicólogos han ocupado el lugar de los curas.

La pregunta es: ¿Cuántos candidatos y dirigentes de PSOE han acudido a la consulta de un psicólogo desde el 22-M? Lo digo porque lo que le ha ocurrido al Partido Socialista en las pasadas elecciones no puede catalogarse de otra manera: catástrofe natural. No por prevista menos estrepitosa. Los perros ladran inusitadamente antes de un terremoto, y los perros, mucho antes del 22-M, aullaban de aquella manera. Zapatero, que no estaría mal como nombre de huracán, va a dejar un rastro de destrucción en el socialismo español que para sí quisieran los tornados del medio oeste norteamericano: 1.700.000 votos y 3.700 concejales menos. Los daños en las autonomías están por evaluar a la espera de pactos.

Sería interesante leer un estudio sobre la incidencia de la derrota socialista en la facturación de las consultas de psicología. Alcaldes y concejales que se han quedado compuestos y sin cargo; diputados y presidentes autonómicos no revalidados… Todos ellos sumidos en estados de melancolía aguda al no disponer, de la noche a la mañana, de despacho oficial: "¿Esto me está pasando a mí?"

Apuesto a que muchos de los afectados por el cataclismo tienen la sensación de haber recibido en su cara la hostia que se merecían otros: la banca internacional, las agencias de rating, los especuladores inmobiliarios… Zapatero incluso. Y en parte es verdad, pero así de desagradecida es la democracia. Y les ha tocado a ellos apechugar con las consecuencias. No sólo a los candidatos que se presentaban al escrutinio popular, también a ese ejército de asesores, cargos de confianza, jefes de gabinete y secretarios que ahora tendrán que buscarse el sueldo en otro lado.

Lo preocupante es que ha pasado ya un mes y todavía no he escuchado por parte del PSOE una explicación del desastre: un análisis de sus causas. Zapatero cargó desde el primer momento con las culpas a sabiendas de que no se presentaría a la reelección, pero nada más. Como si con el simulacro de primarias quisieran que se olvidara el luctuoso suceso. Uno, que siempre ha creído más en la taumaturgia que en la psicología, cree que sería conveniente seguir el ritual católico para que el PSOE, sean cuales sean sus culpas, se hiciera perdonar por sus votantes. A saber: examen de conciencia, dolor de los pecados y propósito de enmienda.

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