Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Cerco al odio

Las nuevas tecnologías muestran crudamente uno de los graves problemas de nuestra sociedad

El odio es tan viejo como el ser humano, sin límites de fronteras, cimiento de enfrentamientos individuales y colectivos. La historia del mundo es un muestrario escalofriante de ellos. Europa, por ejemplo, ha llevado los odios nacionalistas a extremos exterminadores, como se demostró en las dos guerras mundiales sufridas, con millones de víctimas, no sólo en los campos de batalla, sino en genocidios, como el del régimen nazi contra los judíos. Hace unos días el último criminal de guerra europeo, Ratko Mladic, ha sido condenado por el Tribunal Penal Internacional de La Haya a cadena perpetua por los asesinatos de millares de musulmanes -hombres, mujeres y niños- durante la guerra de Bosnia.

Quiero centrarme en odios cercanos que surgen, hoy, en España, donde las nuevas tecnologías muestran crudamente uno de los graves problemas de nuestra sociedad que nos recuerdan ese pasado cainita que no parece superado todavía, pese a que la última guerra civil y el fin de la dictadura franquista, hace más de cuarenta años pasó al fondo de nuestra negra historia. He denunciado en muchas ocasiones la utilización que se hace de las redes sociales para mostrar el odio contra personas o grupos, desde toreros que algunos bailarían sobre su tumba, a jueces, fiscales -ahí están las muestras sobre el fallecido fiscal general del Estado, Maza-, políticos, periodistas, etc., incluyendo el acoso que sufren en Cataluña, en sus propios domicilios, por los cachorros independentistas. También llama la atención los chat que algunos policías locales madrileños se cruzaron deseando la muerte más cruel para la alcaldesa Carmena, a los que unir la de periodistas y políticos o el odio hacia inmigrantes, siguiendo los sentimientos xenófobos y racistas que se están abriendo paso en Europa. Aunque sean minoritarios no dejan de ser preocupantes los ideales nazis y fascistas de algunos miembros de fuerzas que deben velar por la seguridad de todos.

Hay que detener el odio que, aunque sea un aberrante sentimiento íntimo, no debe ser exhibido impunemente. Me refería recientemente a los nacionalismos excluyentes en los que se inculca el odio hacia los que no son o piensan como ellos. Creo que estamos a tiempo para cercar estos peligrosos sentimientos que nos remiten a la caverna, sea política o cibernética.

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