Señales de humo

José Ignacio Lapido

Ciudad averiada

SIENTO decirlo, pero desde que San Cecilio extendió su manto protector sobre Granada, casi nada ha funcionado bien en nuestra ciudad. Digamos, por ser suaves, que su patronazgo deja bastante que desear. Cómo podría afirmar lo contrario al contemplar la incuria que nos rodea. La ciudad está averiada. Desde el equipo local de fútbol, en liquidación por derribo, hasta las carreteras y puentes que nos comunican con el exterior, que se hunden y escachifollan con una tenacidad digna de encomio.

El destino de Cecilio, varón apostólico, fue el martirio en tiempos de Nerón: terminó sus días quemado en el monte Illipulitano. El destino secular de nuestra ciudad ha corrido parejo al del protomártir ciego, y no ha sido menos cruel: el Tajo del Pollero, que es donde van a arrojarse los granadinos desengañados.

Tampoco se le puede pedir demasiado a un santo que se alimenta con habas y salaíllas, es por ello que espero ansioso la canonización de fray Leopoldo, milagrero de contrastada fiabilidad. A alguien así habrá que encomendarse después de saber que el Ayuntamiento tiene previsto recaudar 16 millones de euros en multas. Soy consciente de que las romerías a Fitur son caras y hay que pagarlas de alguna manera, pero me pregunto, ¿y si nos diera por ser buenos y no cometer ningún acto punible? El Consistorio se declararía en ruina.

La crisis es planetaria y corren malos tiempos para todos, pero es que aquí, por no ser, no son buenos tiempos ni para morirse. Sé de algunos que han postergado el fatídico momento al conocer que en el cementerio de S. José había overbooking. ¡Lista de espera para los velatorios! Morir para ver. Huelga añadir que en Granada no vale la pena palmarla sin darles a los deudos una oportunidad póstuma de comentar entre pésame y pésame lo bonica que está la Sierra con tanta nieve. O no, porque Sierra Nevada está a punto de morir de éxito. Otra muestra de granadinismo en rama. Sube tanta gente que impide que suba más. O algo parecido, a tenor de las quejas de los comerciantes de Pradollano que dicen haber sufrido cuantiosas pérdidas con las sucesivas avalanchas de esquiadores. Se quejan cuando no hay nieve y también cuando la hay. Lo sé, es un imposible metafísico, pero en absurdos como éste se cimenta nuestra idiosincrasia.

Absurdos como el del Plan Albayzín. Después de llevar un montón de años elaborándose resulta que está hecho sobre mapas imaginarios, quizá cartografiados en tiempos del martirio de San Cecilio. El delegado de Cultura lo ha censurado alegando que "plantea ideas descabelladas".

Me gusta: Granada como ciudad generadora de ideas descabelladas, o sea, calvas. Se admiten sugerencias para el Milenario.

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