Mar adentro

Milena Rodríguez / Gutiérrez

Cólera mundial selectiva

LA cólera mundial es un fenómeno complejo y selectivo. La humanidad, especie rara, no se encoleriza siempre ante causas semejantes: depende del momento, el lugar, la conveniencia; o del nombre que tenga el enemigo o el posible amigo, o de lo lejos o lo cerca que nos queden los hechos. La causa del Tíbet, por ejemplo, genera un porcentaje bastante bajo de cólera mundial. Quizás porque el Dalai Lama resulta un personaje extravagante, o porque excitan poco unos monjes que se rebelan. O tal vez porque el gobierno chino, aunque totalitario y represivo, pertenece a una raza de ojos alargados y como durmientes, casi inofensiva, que nos hace soñar con la flor de loto y las serenas bellezas y misterios asiáticos.

Algo parecido ocurre con Cuba. Tampoco en este caso la cólera mundial alcanza demasiada intensidad. A pesar de que Cuba (son datos de Reporteros sin Fronteras), con 23 periodistas presos, es la segunda cárcel del mundo para periodistas, después, justamente, de China. Estos días de marzo, sin ir más lejos, se cumplieron cinco años de la detención y encarcelamiento de 75 opositores, de los cuales 55 permanecen aún en las cárceles cubanas. Sin embargo, pocos parecen haberlo notado. En Cuba, incluso, se suceden las visitas de personalidades importantes sin que ninguna ose visitar una cárcel, recibir a un familiar de los prisioneros, o hacer siquiera una mención pública a estas personas. Da igual que el que visite sea el secretario de Estado del Vaticano, que el comisario de Desarrollo y Ayuda Humanitaria de la Unión Europea. Pareciera que palmas, música y playas, y los discursos y promesas sobre el cambio hubieran borrado todo lo demás.

Hace algunos años, en 2003, precisamente tras la detención de los 75 disidentes y el fusilamiento de 3 jóvenes negros sin delitos de sangre, pareció que algo se movía respecto a Cuba en la cólera mundial. En ese momento, algunos declararon incluso su ruptura definitiva con el gobierno cubano. Pero fue sólo una reacción pasajera, pequeñas vibraciones sin consecuencias. Hace apenas unos días, por ejemplo, Luis Eduardo Aute recibía en La Habana una de las mayores condecoraciones del gobierno cubano a los intelectuales, la Distinción por la Cultura Nacional. Seguramente, Aute habrá cantado en Cuba con emoción Al alba y habrá pensado que hablaba de algo extraño, completamente lejano y ajeno a aquel país. La noticia, desde luego, tendrá escasa repercusión, muy poca trascendencia en España. Y es que ya lo decía al principio, la cólera mundial es un fenómeno complejo, complejo y selectivo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios