palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Concejales, no cartujos

LOS austeros de todos los partidos ultiman sus debús institucionales revisándose los sueldos. Los austeros llevan desde hace meses predicando el voto de pobreza con tal convencimiento que uno los imaginaba en el salón de plenos vestidos con hábitos franciscano y sandalias de esparto y removiendo un chusco de pan en una escudilla antes de votar el cambio de uso de una parcela. ¡Hermanos, morir queremos! Pero no ha sido así. Los austeros van a repetir la tradición de fijar sus emolumentos el primer día pero dando el triple salto mortal sin red. Esto es, adelgazando sus estipendios y despidiendo al personal de confianza con el mismo cuidado con que un oftalmólogo opera una catarata. ¡Pobres pero no tontos! Si yo fuera dibujante gráfico representaría la escena pintando a varios concejales en el acto de esquilmarle el chocolate al loro. ¡Con mucho mimo no se vaya a cabrear el loro! ¡No son nadie los loros cabreados!

El alcalde de Otura, envilecido con su mayoría absolutísima, se ha rebajado el sueldo ¡un 5 por ciento! ¡Hombre de Dios si eso parece la limosna del Dómund! ¡Con un IPC en condiciones lo recupera en un año! Eso sí a los tenientes de alcalde (cuando seas padre comerás huevos) le ha quitado un 10%. ¡Viva la proporcionalidad impositiva! Y por último, le ha asignado sueldos fijo a los ocho concejales. Total, que el precio de la austeridad sale por unos 240.000 euros anuales. El loro, tan contento.

Ayer, en el Ayuntamiento de Granada, la austeridad se concentró en los cargos de confianza. El equipo de gobierno se pavoneó de que en este mandado va a reducir los 43 cargos de confianza a 26, con lo que ahorrará 600.000 euros. El dato es muy significativo. Por primera vez el PP reconoce que empleó a casi medio centenar de personas en el Ayuntamiento y les concedió una nómina con cargo a las arcas públicas de bastante más de un millón euros al año. ¡43 dedazos! Más que una profesión de austeridad el alcalde debería hacer este verano a modo de penitencia el Camino de Santiago. La austeridad no le ha sentado bien al grupo Socialista. Paco Cuenca protestó ayer con vehemencia porque el alcalde le quiere quitar un secretarios de grupo. Su contraoferta es indeclinable: quiere cuatro, no tres. Para ello enarbola el Reglamento Orgánico Municipal. Eso sí, como compensación el ayuntamiento va a ampliar los puestos en los consejos de administración cond erecho a dieta de las cuatro empresas públicas. ¡Se van a llenar las salas!

Exageraciones y bromas aparte, hay que reconocer que los políticos deben tener sueldos dignos, dietas, pluses y puntos (como las antiguas familias). Los alcaldes no son franciscanos ni cartujos. Pero su discurso para vender la austeridad ha sido tan incisivo e hiperbólico que ahora concitan al mismo tiempo pena y perplejidad. ¿Qué van a predicar a partir de ahora?

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