Apesar de las reformas legales, de la amenaza de prisión o de trabajos comunitarios, algunos inconscientes siguen poniéndose al volante borrachos o drogados, a velocidades que rozan la obscenidad si no entran directamente en lo temerario, con todos los puntos del carné retirados o incluso sin el permiso. Parece que muchos todavía no saben que un coche o una moto, además de un medio de transporte, puede ser un arma del delito. Un comportamiento irresponsable o directamente ilegal al volante puede provocar la muerte no sólo del conductor, sino de los seres queridos que vayan en el coche con él y, de paso, de cualquier inocente que se cruce a su paso. Ahora, otra nueva reforma plantea que esos locos de la carretera, los que nunca deberían haberse puesto al volante, pierdan su coche y el Estado lo subaste. Si no basta con retirarles el carné y meterlos en la cárcel, habrá que retirarles el arma, como se hace con cualquier otro criminal.

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