Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Cuenca lo peta

Se está revelando como un hombre que elige siempre el mejor de los fulares y la peor de las decisiones, esto es, ninguna

Como un torrente! Francisco Cuenca ha superado todas las expectativas. Ya de jovenzuelo, cuando ocupaba la delegación de obras Públicas e Innovación, apuntaba maneras. Destacaba por su imagen, su dinamismo y su excelente dominio de las relaciones públicas. Después pasó al Ayuntamiento, donde, en la oposición y en el Gobierno, su progresión ha sido imparable, hasta el punto de que no son pocos los periodistas veteranos convencidos de que, si madura lo suficiente, pule sus defectos, se deja asesorar y se pone a trabajar en serio, sólo necesitaría unos cuantos años para poder llegar a convertirse en un respetable concejal de Deportes. Alcalde, no. Para ser buen alcalde hay que poseer, además de una sólida formación profesional, algo de cultura (no la subcultura del partido y los informes oficiales) y, sobre todo, iniciativa. En los cargos, como repetía con tino uno de sus antecesores, Antonio Jara, "se está para quemarse". Y Cuenca se está revelando como un bienqueda, un licenciado Vidriera de la política, un hombre que elige siempre el mejor de los fulares y la peor de las decisiones, esto es, ninguna. El caso es pasar el rato y pasarlo fuera del despacho: Con los cocineros de Masterchef, la pavorrealeza de Fitur, los campeonatos de snowboard (o como coños se diga), el eje Granada-Motril y las mil naderías propagandísticas. Menos las que la ciudadanía ha realizado en defensa de la sanidad pública y contra el aislamiento ferroviario, cualquier manifestación es buena para que Cuenca se haga un selfie periodístico.

Un año después del harakiri del PP, Cuenca es ya el fantasma del ex alcalde que será y la ciudad sufre el Gobierno de las siete y media: siete concejales completos y un alcalde a tiempo parcial, el que libera de sus innumerables sesiones de posado. No hay diagnóstico. Ni proyecto de ciudad. Ni plan de contención del gasto. Sólo un azogue asombroso. Y el anuncio de que se prorroga de nuevo el presupuesto, con lo cual Granada queda al borde del precipicio y de la intervención de Hacienda. La deuda que legó la derecha, más de ¡60 millones! de euros, seguirá creciendo hasta que, más pronto que temprano, los ciudadanos la paguen con unos impuestos desaforados al tiempo que verán desaparecer muchos de los servicios sociales que actualmente presta el Ayuntamiento. ¡Cuenca! Ni una cosa ni otra, sino todo lo contrario. Un movimiento perpetuo y mareante. Sebastián Pérez está entusiasmado con su trabajo. Lo del trabajo, ya saben… es una forma de hablar.

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