La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Debatir es reforzar

Creer que proponer vías alternativas perjudica a un partido, es creer que estamos en democracias distintas

Ampliar la democracia interna es ese paso más que exige la nueva política para hacer más creíbles y atractivos a los partidos políticos. Es exigente para quienes dirigen el partido, puesto que pone a prueba su capacidad de aceptar la democracia como régimen de renovación directiva y de aceptar propuestas programáticas. Hay que dar por hecho que los afiliados son mayores de edad para saber escoger por ellos mismos, sin coacciones ni amenazas, ni proponiéndoles desde la oscuridad espurios chantajes indecentes.

Ayer mismo, en mi partido, tuvo lugar una demostración de cambio con motivo del próximo congreso regional andaluz. Es nuevo el método de elección del candidato y los compromisarios. Quizá sea menos ambicioso de lo esperado en términos de participación, pero no es reprochable que esté atento a la nueva intensidad que la ciudadanía le pide a los partidos democráticos.

Será bueno pulir los fallos sobre los que se asienta esa buena intención en base a garantizar la participación de quienes son el verdadero patrimonio del partido, sus afiliados y simpatizantes. Y no dejar margen de duda sobre la especulación de quienes no ven fiables a los que gobernando los partidos, eso que definimos coloquialmente como "el aparato", atribulen o entorpezcan lo que debería de ser una fiesta democrática interna; un sano y justo motivo de aspirar a crecer más y mejor como partido preferido entre los electores.

Los partidos políticos no pueden ir detrás de lo que la propia ley orgánica de régimen electoral general exige para la concurrencia, control, votación, recuento y proclamación de resultados en las convocatorias electorales. Si acaso por delante. Por eso es bueno que los diferentes aspirantes a dirigir los partidos tengan los mismos instrumentos a su disposición (normativa clara y común, censo electoral, etc.). Juego limpio, mano tendida, y democracia abierta. De par en par. Sin miedo a lo que ésta disponga.

El debate no divide, refuerza. La unidad a la búlgara no es creíble sino en términos de adoración al híper liderazgo, de menor calidad democrática. Creer que proponer vías alternativas perjudica a un partido, es creer que estamos en democracias distintas. Es ahora, precisamente ahora, en este tiempo de deliberación interna, cuando los afiliados tenemos el derecho y la obligación de plantear caminos y de escuchar a los caminantes, porque con la riqueza de la diversidad se engrandece el proyecto común. La unidad ideológica mayoritaria deberá surgir de esos cónclaves. Pero si surge tras un debate alternativo saldrá mucho más reforzada. Que el pensamiento único ya no existe. Y usted que lo lea.

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