Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

Decadencia

Debería avergonzarles presentarse como adalides de una ciudad en la que en cada esquina se vive deterioro y dejadez

Das un paseo por Granada y encuentras un deterioro impropio de una ciudad moderna, y menos aún tan turística como la nuestra. Casas viejas que piden a gritos una rehabilitación integral, casas abandonadas, abarrotadas de grafitis unos sobre otros, desconchadas, sucias, descuidadas… Abunda la contaminación visual con interminables cableados que todavía inundan fachadas, pavimentos parcheados por doquier, losetas sueltas que se levantan al pisarlas, desniveles con tropezón asegurado, patrimonio cultural a medio derruir…

San Luis, San Andrés, el Colegio Nuevo de la Abadía del Sacromonte, la Casa de las Tumbas, el Maristán, San Cecilio, las Alcazabas Cadima y Gidida, y muchas de sus murallas y puertas, como la de Monaita… o San Nicolás, a cuyo deterioro han tenido que buscarle solución vecinos anónimos, amantes del patrimonio o cofrades.

Monumentales patatas calientes, unas veces para el Arzobispado, pero siempre para el Ayuntamiento de Granada y la Junta de Andalucía, a cuyos representantes debería avergonzarles presentarse ante los granadinos como adalides de una ciudad en la que en cada esquina se vive su deterioro y dejadez.

Decadencia y más decadencia para Granada, que se merecería estar entre las ciudades más punteras del sur de España, y no sólo en cuanto a infraestructuras, dotaciones o emprendimiento -en las que ya vamos sobradamente en el furgón de cola-, sino también en lo relativo al cuidado de la ciudad.

Y es que tener una inmensa lista de bienes de nuestro patrimonio abandonados y una ciudad en la que se palpa esa dejadez y abandono sería impensable en la costeadísima Sevilla, impecable de norte a sur para deleite de sus habitantes y visitantes. Y no digamos cómo está Murcia, capital de su propia autonomía, perfectamente cuidada y financiada con sus propios presupuestos autonómicos.

Esta constatable decadencia de los espacios ciudadanos de Granada aumenta mayormente la realidad de nuestra postergación, y es huella patente del abandono que como único regalo nos ofrece Andalucía desde hace 40 años.

Su régimen mima a Sevilla, sus monumentos y espacios singulares, culturales, museos, bibliotecas, etc., por ser quien es… y Málaga se ha trabajado ser una ciudad de diez, mientras Granada sigue su descenso empicado hacia el abismo del olvido, del deterioro y de nuestra imparable decadencia.

La solución está en nosotros mismos. Los ciudadanos debemos coger las riendas de nuestro futuro y llevar así a Granada de una vez al siglo XXI.

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