Señales de humo

José Ignacio Lapido

Desenfocados

CUANDO se mira al Sol durante unos segundos el deslumbramiento es inevitable. Ese fogonazo cegador deviene poco después en distorsiones en la percepción de los colores. Algo así me pasa últimamente al leer la prensa y prestar oídos a los informativos. La sensación de irrealidad que me queda es tal que necesito unos minutos para recuperar el enfoque. Titulares que me dejan chiribitas en los ojos y tertulias que taladran mi cerebro a modo de psicofonías radiofónicas. No sé si estoy mirando al Sol o a un inmenso agujero negro que se traga toda la cordura del Universo, lo cierto es que el catálogo de noticias epatantes elevadas al rango de problemas nacionales es amplio y desconcertante: portadas a cuatro columnas que informan de una cacería de cérvidos; editoriales sobre en el precio de la sillas del despacho de un presidente autonómico; exclusivas que delatan la afición de nuestros políticos por el tuneado de coches oficiales; reportajes sobre concejales espiados por miembros de su propio partido; columnas de opinión sobre una asignatura del colegio; sesudos debates sobre el idioma en el que se ha de estudiar en España (¡!)… No digo yo que esos temas no sean de interés y que no deban ocupar su espacio en los medios, incluso en charlas tabernarias y en homilías de misa de doce, pero cualquiera diría que vivimos en el país que crea más parados de la Unión Europea. ¿Donde suceden estas peripecias es el mismo sitio en el que las bajas de autónomos se han disparado en un 32 %, en el que se prevé que este año el índice de morosidad llegue al 8 % y en el que el número de embargos hipotecarios ha crecido un 145%? Todo indica que sí, pero no parece importar demasiado a los medios ni, lo que es peor, a los políticos encargados de sacarnos del atolladero.

Reconozcámoslo, vivimos en un país raro. Un día son los curas y su animosa feligresía los que se manifiestan pancarta en mano, al siguiente son los pilotos de Iberia los que dejan semiparalizadas las comunicaciones aéreas porque les parece poca cosa su sueldo millonario. Después llegan los jueces, que protestan contra un Estado del que ellos son un poder. Mientras, los sindicatos antiguamente llamados "de clase" hacen del dontancredismo una estrategia: su estrategia. Los medios, por su lado, están más ocupados en difundir -o crear a conveniencia- noticias que perjudiquen al adversario que interesados en analizar las raíces del problema. Y el Gobierno, a todo esto, lo único que ha hecho es dar dinero a espuertas a los banqueros y aprobar partidas por un montón de millones para arreglar baches y remozar jardines.

Ahora lo tengo claro: necesito unas gafas de sol. ¡Rápido!

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