LA despedida está siendo larga. Les ha sentado mal dejar de gobernar la Diputación de Granada, y están tomándose su tiempo para abandonar el gobierno, que hay cosas que es mejor tomarlas con calma, sobre todo cuando de esa calma se deriva la posibilidad de que todos los cargos de confianza del PSOE y de IU, que no son pocos, sigan cobrando o no, que una nómina es una nómina.

Por un municipio de sólo siete concejales, la provincia de Granada no tiene nuevo gobierno, aún a sabiendas de que ese valor numérico no alterará el resultado final de la composición de la institución, que esa es la otra. Los socialistas granadinos están jugando a favor de la obra propia, y con este premeditado retraso han causado un grave daño a la provincia.

Cuando las leyes se redactan, desde el frío despacho del gobernante de turno, se izan con ellas las banderas correspondientes, para publicidad y halago propios. Pero este sistema que nos hemos dado, no tiene la flexibilidad suficiente para ir calculando una a una las suposiciones que surjan de la aplicación de las mismas, ni para quebrar los atajos que otros inventan. Un recurso previsto en la LOREG, ha sido utilizado por el PSOE de Granada para retrasar la constitución de la Diputación, hurtando el derecho de los granadinos a tener ya su gobierno provincial en marcha.

El aval de siete concejales no hubiera supuesto variación alguna en el resultado final de los tres diputados provinciales de la Costa, pero la falta de cintura de la legislación vigente, permitió que, aún a pesar de no alterar el resultado global de los representantes de esa circunscripción territorial, de esa circunstancia se derivase el retraso en la constitución del gobierno provincial.

Desde el PSOE lo hicieron sin recato ni rubor, a pesar de que, cuando la moneda saltó al aire en la sede del juzgado de Motril, daban por hecho que la escena era tan legal como la vida misma. Pero cuando aquel euro acabó su vuelo corto y benefició al PP, se enquistó el hasta entonces "fairplay" del socialismo granadino con Lújar. Sentir que perdían esa alcaldía les produjo un hálito de rabia que les hizo volcar todas sus fuerzas hacia la disputa jurídica de ese nombramiento. Aunque su pena no estaba en Lújar.

La cruz de sus lamentos estaba en la sede de la Diputación, donde les quedaban aún muchas piezas que 'colocar' tras el desalojo. Necesitaban tiempo, y encontraron los algoritmos precisos para dilatar la cosa. José Antonio Aparicio ya encontró hueco como delegado de Economía; como también lo hizo Castellano, el defenestrado virrey de Loja que se fue a Sevilla antes de sufrir la "humillación" de no volver a recibir la vara de alcalde. Hasta incluso Bibiana ha encontrado sitio en Nueva York. La justicia ha confirmado la única verdad posible. Nos queda el tiempo perdido tras la interesada acción judicial socialista, que sólo ha conseguido trasladar el inicio político al mes siguiente al previsto. Ya no hay más demora posible, que el horno no está para estos bollos del birleo y el maniqueísmo, y un nuevo gobierno provincial está llamando, urgentemente, a la puerta de la eficacia.