Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Dr. Cambril, columnista

Esta Granada que pasó a estar ya casi muerta necesita quien certifique la gravedad y nos dé algo de esperanza

Reconozco que uno de mis referentes en esto de escribir columnas es la pieza del 'Dr. Cambril', Antonio para más señas, periodista de los de siempre, de los que ya van quedando pocos. Lo es desde antes de que empezara yo en esto del periodismo militante, profesión tan ingrata y compleja desde dentro como necesaria y útil para otros. Empecé a leerle cuando soñaba con escribir y que me leyeran, allá por los años noventa, y ahí sigo fiel a la costumbre.

Envidio, claro, esa capacidad suya a lo Umbral de ir al tuétano, de desvestir al reyezuelo de turno para desvelarnos al personaje que lo oculta. Le lees y dices para ti un "ah, claro" con regusto a comprensión, tranquilo ya porque sabes que su formulación tiene algo que resuelve el problema.

En Granada podemos vanagloriarnos de tener a esta suerte de columnista-radiólogo que nos cuenta la realidad con solo mirar la radiografía del día a día. Los demás nos preguntamos cómo lo hace, claro. Pero ese es su secreto y, por el bien de todos, que le dure muchos años.

Incómodo es, claro. Su función, la del periodista desde que nació el oficio: remover poltronas para que no se nos muera este enfermo de ciudad, tan necesitada de diagnósticos fiables como los que hace el 'Dr. Cambril', al que se le nota el ansia de que se cure lo que empeora con tanta desidia, abandono, abatimiento.

A él le escuché varias máximas cuando era mi jefe, en La Opinión, claro. Qué tiempos. Una de ellas aún la tengo en mente: "Un periodista vale más por lo que calla que por lo que dice". Y así son sus artículos, verdaderos iceberg en los que hay gran calado detrás de cada verdad que te menciona.

Sé que no le gustará este artículo tan de laudatio. Vale. Me lo he guardado para cuando ya no fuera mi jefe. Todo sea que no se acaben planteando erigirle una estatua en mitad de aquella galería de los horrores locales. Sería una risa.

Habría que poner sus artículos en el BOE, o en el BOJA. Aunque da igual donde se pongan. Hay enfermos que quieren alivio de sus vicios, pero lo de curarse practicando la virtud, mira que les cuesta.

Esta Granada que pasó de ir camino del desguace a estar ya casi muerta necesita quien certifique la gravedad del caso y nos dé algo de esperanza. Él lo hace. Y a veces, con el gracejo malaje que le caracteriza, hasta acierta.

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