Gafas de cerca

josé Ignacio / Rufino

Droga digital

RERCORDARÁN aquella leyenda urbana de la época en que España entraba en la modernidad, consumo de drogas incluido en tal concepto. Se nos alertaba a los niños sobre unos nuevos hombres del saco que te regalaban droga en la puerta del cole -o, más taimados, la metían en caramelos-, y así te iban haciendo adicto hasta que te habías convertido en un yonki, y entonces el camello comenzaba a recoger el dinero de su inversión con el dinero que los niños enganchados robaban en su casa o por ahí. Entonces, ya no habría marcha atrás: cuando vinimos a echar cuenta, era tarde. El esquema de pesca de incautos es idéntico en internet. Sólo que es más verídico que lo que se contaba del hombre de los caramelos.

Entrevistado en La Vanguardia la semana pasada, Andrew Kerr, un gurú de la innovación tecnológica de Silicon Valley, afirma que la utopía democratizante que muchos creyeron que internet convertiría en realidad ha mutado en un nuevo escenario donde unos pocos hacen su agosto, y millones consumen mayormente futilidad. Lo que ha hecho internet es concentrar a lo bestia dinero en unos cuantos archimillonarios que, en vaqueros, han sustituido a los trajeados magnates industriales a la hora de cabildear en la alta política, y también a la de destruir empleo. Y evadir impuestos sistemáticamente con la facturación internacional cruzada y con el chantaje de la deslocalización. Los niños y menos niños deambulan o se apalancan metiéndose internet por la vena, anulando su creatividad, adocenados; captados para la causa del tecnoconsumismo, en suma (o del porno, principal objeto de tráfico internético). De momento, casi todo gratuito. Como los caramelos que regalaba el camello colegial.

Aunque ya estamos entrando por vereda en ciertos servicios que te piden la cuenta para poder acceder a sus contenidos premium, con el tiempo el carrete comenzará a jalar el anzuelo. Y a hacer caja. Lo gratuito en internet, con el tiempo, no tendrá valor. Habrá internautas de primera, segunda y tercera, lo cual era de esperar. Los más visionarios -o desenganchados- comienzan a defenderse usando teléfonos que sólo valen para llamar o recibir llamadas. Cerraremos con una demoledora frase de Kerr: "Internet se ha convertido en un mecanismo perverso que concentra poder y dinero en manos de un puñado de tecnoplutócratas que han convertido nuestras vidas en datos comercializables para su beneficio tras eliminar millones de puestos de trabajo y eludir impuestos". Intro.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios