Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

Esencia granadina

Somos una seria miscelánea de orgullo y pesarosa frustración, pero también gentes capaces de abanderar complejas gestas

Reflexionar sobre la identidad granadina forjada secularmente comporta dar soluciones a los factores de nuestra historia presente que han conducido a Granada a la lamentable situación de abandono y postergación en la que actualmente se encuentra.

Ya sabemos que los principales protagonistas de nuestra funesta historia reciente son los gobiernos andaluces -volcados en el progreso de "su" Andalucía- y los políticos granadinos -volcados en conservar sus sillones aun en detrimento de la tierra que les votó-. También hemos admitido los granadinos nuestro tanto de culpa por pasividad y por votar reiteradamente a quienes no han querido representarnos.

Pero volviendo sobre la naturaleza de la esencia granadina, recordemos que se fundamenta en tres pilares básicos: una identidad propia muy distinta de la andaluza, un territorio geográficamente perfectamente definido y una historia marcadamente singular y enormemente enraizada entre sus habitantes, que ha aportado gran protagonismo político, administrativo, judicial, militar… a nuestro territorio a lo largo de los siglos.

Esa esencia incorpora evidentemente un orgullo por ser o pertenecer a esta tierra, que forma parte intrínseca de nuestra naturaleza y que hemos heredado de generación en generación a través de los tiempos ¿Quién no ha recibido nociones de nuestro espléndido pasado en tertulias familiares? Esa satisfacción por los logros de nuestros antepasados la llevamos en nuestra esencia.

Pero en la esencia granadina también se encuentra el pesar -quizás heredado del dolor de Boabdil al abandonar la tierra que tanto amó-, la pena por no ser lo que fuimos, la pesadumbre por nuestra constatada involución y decadencia en los últimos 40 años, por tantas desigualdades e injusticias. Al fin y al cabo dolor y frustración por un declive programado para encumbrar a otros territorios a costa de nuestra ruina. Y Granada y los granadinos hoy seguimos llorando por nuestra tierra tanto como aquél lo hiciera…

Somos pues una seria y austera miscelánea de orgullo y pesarosa frustración, pero al mismo tiempo también gentes capaces de abanderar complejas gestas con ilusión y valentía, con emprendimiento y laboriosidad, conscientes del legado recibido y de nuestro compromiso para con las generaciones futuras que habiten esta extraordinaria tierra.

Compleja esencia granadina que, ilusionada con cambiar nuestro presente, dará un paso al frente para tornar la postergación en progreso. Es nuestra responsabilidad.

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