horizontes lejanos

Juan Ojeda

Fatiga mutua

ASÍ que ahí estaba yo el martes pasado, por aquello de cultivar las relaciones institucionales, asistiendo a la celebración de la Diada en la sede de la Delegación del Gobierno de Cataluña en París. Era el mismo día, y probablemente la misma hora, en que cientos de miles de catalanes se manifestaban por la independencia en las calles de Barcelona. Por supuesto que en el bonito edificio, junto a la parisina plaza de San Agustín donde se celebraba el acto, consistente en un moderado discurso de la delegada -alternando el francés y el catalán- y una conferencia sobre Dalí, no se percibía ese ambiente reivindicativo e independentista que, en esos momentos, atronaba las calles barcelonesas.

Cuento esto porque, después de la demostración de Barcelona, Artur Mas se ha encontrado con una patata caliente en las manos, porque la exhibición de voluntad independentista quizás le obligue a cambiar los ritmos políticos que presuntamente él se había marcado. Y quieras que no, Mas no tiene, ni de lejos, la habilidad política de Jordi Pujol, capaz de dar un pase en largo, de ida y vuelta, sin moverse del ladrillo. O sea, que se puede ver empujado a hacer lo que no quería, o cuando no quería, porque lo que de verdad él estaba discutiendo con el Gobierno de España era la cuestión de las pelas y, sobre todo, el pacto fiscal, ya que culpa al actual sistema "igual para todos menos vascos y navarros" de su agobiante situación financiera, que le ha llevado a pedir más de cinco mil millones al Fondo de Liquidez Autonómico. Así que se ha inventado una ingeniosa definición sobre las actuales relaciones hispano-catalanas: fatiga mutua.

Esta reflexión sobre el tema catalán viene a cuento de que llegaba yo a la optimista conclusión de que en Andalucía no tenemos ese problema, es decir, el de la reivindicación independentista, que nos complicaría la vida al unirlo, como en Cataluña, al rescate económico. Parece ya claro que Griñán tiene decidido acogerse al FLA, por una cuantía de unos dos mil cuatrocientos millones, aparte de los mil millones solicitados como anticipo, para necesidades urgentes de tesorería.

Bueno, pues lo que nos haga falta pedir hay que pedirlo, y hablando se entiende la gente. Pero tiene uno la impresión de que al acuerdo necesario no ayuda ese tono de alarma preventiva, o de ataque defensivo que, para justificarse ante la galería, están protagonizando representantes del Gobierno andaluz, acusando, entre otras cosas, al ejecutivo nacional de querer darle la vuelta a los resultados de las elecciones andaluzas.

Como los andaluces no tenemos problemas identitarios, hay que buscar otros escenarios para la confrontación, y lo que se busca, se encuentra. Esto sí que produce fatiga mutua.

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