PRIMERA parada en el pit lane de la temporada de Fórmula 1, y primeras conclusiones que echarse a la boca. Una pregunta que se hacen la mayoría de los aficionados a este deporte es la de considerar si Fernando Alonso acertó o no en su decisión de fichar otra vez por Renault en vez de hacerlo por otro equipo. Realmente, a Fernando lo quedaban muchas salidas para fichar esta temporada después de la 'cacicada' que Ron Dennis, 'Papi' Hamilton y su caprichoso retoño le gastaron el año pasado al campeón asturiano. Ferrari le cerró pronto las puertas amén de rendirle cuentas a su nuevo campeón del mundo Raikkonen y al principal responsable de 'dejarse' ganar en Brasil, en su casa, para dejarle el título en bandeja al finés. Me refiero a la renovación de Felipe Massa antes de la última carrera del pasado mundial.

Luego, a Alonso le salieron 'novias' hasta por los deflectores laterales. Tuvo que apostar por volver a casa, retomar fuerzas, y apelar a amor paternal que hacia el asturiano tiene Flavio Briatore para que le brindara un contrato que le permitiera salir de Renault cuando Fernando quisiera. En Renault le prometieron un coche campeón que, en principio, este año no va a llegar por muchas mejoras que le puedan hacer al R-28. Por lo que Alonso, que sabía a lo que iba este año con la marca francesa, no va a tener más remedio que hacer de tripas corazón y trabajar para un coche mejor el año que viene, o esperar a que la marcha de Jean Todt de la dirección deportiva de Ferrari, le abra las puertas de Maranello.

Siempre quedará la duda de si Fernando hubiera sido valiente y hubiera apostado por firmar con Toyota o BMW. Los nipones le ofrecían ¿coche? y un gran contrato. BMW, hoy competitivo, le brindaba un coche en franca progresión pero un contrato que iba más allá del año de transición que buscaba. Así que Fernando, ni acertó ni falló. Pidió unas condiciones tan evidentes y nadie se las dio. Ni Briatore. No tenía otra.