Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Festival: lo importante y lo demás

En la historia del certamen de Granada siempre ha habido que hacer distinciones para evitar la mediocridad

Anoche se clausuró el 66 Festival Internacional de Música y Danza de Granada, cuyo balance, de la edición y de la etapa que ha dirigido Diego Martínez, se hará en otro lugar del periódico. Lo que quiero subrayar en esta 'mirada' es que en su historia siempre ha habido que hacer distinciones para evitar la mediocridad. Se ha repetido que sólo los 'momentos estelares' -las grandes figuras, los conjuntos orquestales y de danza internacionales, los solistas más reconocidos- son los que han justificado el Festival, en cada edición y en el conjunto de su historia. Y no es necesario volver a recordar nombres, desaparecidos ya o actuales, que han formado esos capítulos de excepcionalidad que son los que quedan en la memoria. No es un ejercicio de nostalgia, sino de enseñanza, porque sólo basta mirar los que pasaron como 'números uno' en su especialidad y los que obtienen esa calificación en la actualidad.

Es verdad que un evento de estas características, donde las limitaciones económicas siempre son preocupantes, no puede mantenerse sólo con figuras y estrellas, porque hay que rellenar muchas jornadas, hay que ofrecer espacios a los no consagrados, a los jóvenes que acabarán de números uno, acercarse a otro tipos de músicas, como el fundamental flamenco que ha estado desde sus orígenes en el certamen -recordemos que tenemos en Granada la memoria de Concurso de Cante Jondo de 1922 que organizaron Falla, Lorca, Segovia, Cerón, Jofré, al que apoyaron intelectuales de todo el país- y que tanto influyó en la obra del compositor gaditano ; el minimalismo, con sus vanguardias ya universales, las fusiones entre diversos géneros, entre ellos el jazz y el flamenco. Incluso, si así lo creen oportuno los organizadores, el rock and roll que se ha incrustado este año, por vez primera, en el Festival, con una figura admirada en la especialidad como el granadino Miguel Ríos. Lo único que pediríamos es que se coloque cada estilo y género en su sitio. El rock, importantísimo elemento de comunicación de masas, no necesita apoyo, se basta por sí mismo. Pero, sobre todo, es poco compatible, en un programa, con Beethoven, por ejemplo. Las fusiones están bien para los bancos y las cajas de ahorros, pero no todo es fusionable.

Pero, al margen de estas apreciaciones personales, queda lo básico para el futuro del Festival: apostar por lo realmente importante y básico en cada edición, como ha ocurrido este año con el ciclo sinfónico. Bienvenidos sean todos los 'criterios nuevos y audaces' que he pedido desde los comienzos, pero hay que hacer una labor didáctica para que sepamos distinguir entre lo importante para un Festival de la trayectoria del de Granada, de todo lo demás.

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