LES tengo que reconocer una vez más, que el fútbol español me aburre en demasía y me hastía cada jornada que pasa un poco más. Vaya, que me borro públicamente de esta mentira con la que nos quieren seguir engañando unos y otros, exclusivamente, en aras de intereses mezquinos fácilmente imaginables. Por contra, estoy enganchado absolutamente a la Liga inglesa. Cada vez me gusta más el fútbol inglés, en la misma medida en la que va dejando atrás su imagen, su filosofía antigua de balonazo y tiro para adelante. Ahora salen jugando el balón desde atrás con una velocidad y una calidad de juego al primer toque, impensable tiempos pasados. El fútbol inglés ha sabido evolucionar, incorporando grandes entrenadores y jugadores foráneos, pero conservando esos valores inherentes que siempre han caracterizado a los jugadores de las islas en cuanto a entrega, lucha y casta, para corresponder a esas aficiones que dan la vida por sus equipos, a la par que saben exigir una correspondencia en forma de trabajo y de sentimientos.

Para recordar el partidazo en Anfield entre el Liverpool y Arsenal. Si este partido se pusiera como materia en los cursos de entrenadores, en lugar de repetir tanta materia conocida desde comienzo de siglo, los profesionales titulados estaríamos mejor preparados. Increíble e insuperable el ambiente de los Reds, en el que una vez más se demuestra la capacidad de mimetismo que tienen los ingleses para hacer suyo cosas que otros han gestado. Así, el famoso himno del Liverpool, su you´ll never walk alone. Lo que muchos desconocen es que data de un musical llamado Carrusel que se estrenó en Broadway, y que entre otros fue versionado por Sinatra y Elvis Presley. Los Reds lo hicieron suyo en la década de los 60. Ellos, los ingleses, de vez en cuando, sí que saben.