Mirada alrededor

Juan José Ruiz / Molinero

Fútbol y política

HACIENDO honor al título de esta columna, no podemos mirar a otro lado cuando en el panorama nacional lo que más interesa no son los cuatro millones de parados o la estrepitosa caída de nuestra economía -asunto que se trató en el debate sobre el Estado de la Nación-, sino los temas futbolísticos. La final de la Copa del Rey, entre Bilbao y Barcelona, superó los diez millones de televidentes que siguieron este pugilato. No tengo a mano las cifras de los que vieron el debate de los padres de la patria, pero me temo que el fútbol habrá ganado a la política por goleada.

Lo que ocurre es obvio: la gente está convencida que de los debates políticos no sale nada en claro. Que es ganas de aguantar tanta pesadez, tal falta de ingenio oratorio -nuestros políticos no pueden competir con el nivel intelectual que demuestran Messi, E'Too o el sencillo Iniesta- y tanto alejamiento de la solución a los graves problemas que padece la sociedad española. Los ciudadanos palpan que las medidas y contramedidas que Gobierno y oposición se cruzan no ayudan significativamente a aliviar su situación. Así que para qué molestarse en escuchar tanta perorata, mentiras y contradicciones. Los cultos preferirán, si quieren asistir a una sesión de teatro del absurdo, buscar en alguna sala de arte y ensayo algo de Ionesco, que no aguantar un debate maratoniano en el Congreso de los Diputados. Lo real es ver cómo los verdaderos profesionales de jugar a patadas -la misma técnica que usan los políticos, aunque con menos habilidad-introducen la bola en la portería contraria, entre exaltaciones regionales.

TVE, que retransmitió el partido de la Copa del Rey, nos privó en directo de las contradicciones de la España real: dos equipos de regiones donde muchos alardean de no formar parte del Estado español, se desviven por conseguir ganar o participar en la tarta del fútbol español o, incluso, en la Copa que lleva el nombre y la entrega el Rey de España, al que silban, himno incluido, al comienzo del partido. Aparte de la mala educación de los aficionados, habría que preguntarles a esos hinchas si estarían más a gusto de, en vez de participar en una liga donde hay otros equipos españoles, hacerlo sólo con los de su entorno. Así el Barcelona jugaría con el Girona o el Sitges; y el Bilbao, con el Vitoria o el Alavés.

Como se ve, fútbol y política no están tan alejados como parece. Desde viejos tiempos el 'pan y toros' se ha utilizado para distraer a los españolitos de sus pesares. Así que bienvenidas sean estas válvulas de escape cuando la sociedad está atribulada. Todos estamos más preocupados por si Iniesta puede jugar la final de la 'Champions' que por la forma en que estarán Zapatero y Rajoy en su próximo encuentro parlamentario.

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