la esquina

José Aguilar

Galicia, como Andalucía

ESTÁ procurando el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, que su paisano Mariano (Rajoy) no le acompañe en exceso en la campaña electoral en la que se ha embarcado. Debería procurarse también el consejo de Javier (Arenas). Mayormente, para no repetir el fiasco de éste en las elecciones andaluzas. No vaya a ser que, como éste, las gane en votos y las pierda en poder real.

No es que la situación de las dos comunidades autónomas sea homologable, ni mucho menos, pero presentan elementos comunes. Como en Andalucía, nadie duda de que el PP será en Galicia el partido más votado en las autonómicas, pero Feijóo teme que, como aquí, las encuestas que le auguran una mayoría absoluta de diputados se equivoquen. Vamos, que el PP sea el partido más votado y, sin embargo, no pueda gobernar ante una coalición entre el PSOE y el Bloque Nacionalista Gallego (que haría el papel de la Izquierda Unida andaluza).

El temor se sustenta en tres factores que efectivamente colaboraron en la evaporación sorpresiva del sueño más veterano de Javier Arenas. Por una parte, el exceso de confianza, derivado de las expectativas creadas por todos, absolutamente todos, los sondeos preelectorales, unánimes en el pronóstico de la mayoría más que suficiente para el PP de Arenas, exceso que Núñez Feijóo trata de combatir a base de prudencia y contención, para no verse obligado a protagonizar el momento patético de su colega de Andalucía, saliendo al balcón de la sede popular con cara de derrota mientras sus ayudantes escondían la enorme pancarta destinada a un fallido despliegue entusiasta ("Gracias, Andalucía").

Por otra, y relacionado con lo anterior, se trata de evitar que el triunfalismo de la cúpula del partido se transmita al electorado tradicional del PP hasta relajar a los sectores menos forofos y alejarles de las urnas dando la partida por ganada. Feijóo piensa disputar cada voto en cada aldea y en cada barrio, en la idea de que su gran enemigo no es la izquierda atomizada, sino la desmovilización de la derecha. Con un agravante específicamente gallego: el avance del partido de Rosa Díez y la presencia de candidaturas como la de Mario Conde y otras inequívocamente derechistas, que si restaran a alguien sería al PP.

Finalmente, en la derrota de Arenas tuvieron su influencia la reforma laboral y los recortes del Gobierno, y eso que Rajoy llevaba un rato mandando y que retrasó la presentación de los presupuestos de 2012 hasta después de las elecciones del 25-M. El problema para Feijóo es que desde entonces las tijeras de Rajoy no han dejado de funcionar. Tal vez el aplazamiento del rescate de España obedezca también al propósito de no estropiciar más al PP gallego.

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