¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Ganadoras y perdedores

No se podía dibujar un paisaje peor para Rajoy: su partido vampirizado por C's y Cataluña en manos de los 'indepes'

Ganó Ciudadanos en votos y el independentismo mantiene la mayoría absoluta en escaños. Sabor agridulce y volver a empezar. Si algo quedó claro anoche es que ninguno de los dos bloques ha conseguido imponerse claramente. Esto es lo que hay en Cataluña. No se busque más. Se acabaron las excusas de la sociedad silenciosa o del abstencionismo charnego en las elecciones autonómicas. Difícil es que en unos comicios se repita tan alta participación; y difícil es, también, que alguien cambie de bando en un plazo medio. Las posturas están cristalizadas y los equidistantes sólo habitan en las radios y en los papeles. Quien ayer no fue a votar en Cataluña es, sencillamente, que no lo hará nunca.

Aunque poco le cundirá, la vencedora de la noche fue Inés Arrimadas, una jerezana que apenas lleva una década en Cataluña y que ha logrado lo que ningún partido constitucionalista en la historia, ser la candidata más votada en una elecciones autonómicas. Los insultos y vejaciones a los que ha sido sometida la candidata en los últimos tiempos indican hasta qué punto su victoria escuece en la masía nacionalista. Además, la victoria de Arrimadas convierte ya a Ciudadanos en una clara alternativa para el centroderecha español. Es decir, se acabó el voto cautivo y desarmado del que ha gozado el PP desde la debacle de UCD de 1982. Lo de Cataluña ha sido sólo una primera herida. Vendrán más.

Tampoco le ha ido mal a Puigdemont, uno de los políticos más nefastos que recuerdan los anales de la Corona de Aragón. Pese a haber llevado a Cataluña a las puertas de la quiebra social y económica se convierte en el candidato más votado del bando nacionalista (con lo que gana el pulso por la hegemonía en el independentismo que mantenía con ERC) y se convierte en un auténtico dolor de cabeza para el Estado, que no tendrá más remedio que detenerlo cuando venga a recibir el bastón de mando. Prepárense para el escándalo.

El resto, en mayor o menor grado, son perdedores, pero ninguno con la intensidad de Rajoy. No se podía dibujar un paisaje más desolador para el presidente del Gobierno: su partido ha sido vampirizado por Ciudadanos y tendrá que gobernar España con una Cataluña que seguirá en mano de los independentistas. El partido que ha sacado provecho del 155 es, precisamente, el que le puede mover la silla en un futuro no muy lejano.

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