Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Gemelos en Podemos

Irene Montero, futura madre de gemelos, proclama que su compañero Pablo es el mejor para los días que vienen

El día 31 de marzo, Irene Montero informó de que Iglesias y ella van a ser padres. El comunicado en Facebook va dirigido a una humanidad que, pese a contar ya con más de 7.500 millones de personas, esperaba anhelante la buena nueva. "Quiero compartir con vosotros y vosotras", comienza solemne la diputada, "que Pablo y yo hemos emprendido un camino que en los próximos meses revolverá nuestras emociones… Estoy embarazada de casi 13 semanas, y dentro de mí crecen dos criaturas...". No es que llegue a la solemnidad del "Habemus Papam", proclamado desde la ventana del Vaticano, tras la elección de un nuevo pontífice, por el cardenal protodiácono, pero se le acerca. Sin apearse de la excelencia, Montero, donde las mujeres se contentan con decir que el parir les cambiará las vidas, ella deja caer "poco a poco aprendo que la maternidad es un proceso tan hermoso como intrincado". De los embarazos y de los partos se ha dicho de todo menos que fueran un proceso intrincado. Ya pasó cuando se jubiló Benedicto XVI. Se dijo entonces que se retiraba a Castel Gandolfo a meditar. Nada de retirarse a envejecer en una residencia de ancianos en la que defender un territorio devastado por la edad y la enfermedad y a sentarse por las mañanas en su carrito, pegado a las paredes del enorme salón de usos múltiples, a comparar la degradación del propio cuerpo con la de los otros residentes. Ni hablar. El papa emérito se retiró "a meditar", atendido por tres "monjitas" que, seguramente, se turnarán a lo largo del día en vigilar sus achaques y en administrarle medicación e higiene. Pero Montero conoce bien el paño y, aunque se declare republicana, sabe muy bien que también hay que expresarse en lo que podríamos llamar el "registro de la normalidad" que tan bien usan los Borbones. Ella es feminista y usa la "@" para referirse a hombres y mujeres. Pero no es una feminista capa-hombres. Todo lo contrario, su feminismo es transversal e inclusivo. Tanto que termina su comunicado en formato Sálvame: "Pablo es el mejor compañero para todos y cada uno de los días que vienen". Me muero de ganas de ver la ecografía de sus gemelos. Leyendo La montaña mágica de Thomas Mann aprendí que, ya desde 1925, llevar alguna plaquita de rayos X de la amada en la cartera para enseñársela a los amigos da mucho gusto. Y una ecografía, más.

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