Paso de cebra

José Carlos Rosales

josecarlosescribano@hotmail.com

Granada Paradiso

La convergencia de este festival con otras iniciativas cinematográficas servirá para hacer las cosas de otro modo

Aunque nunca ha sido fácil que en Granada ocurran otras cosas, cosas nuevas o distintas, o que las mismas cosas de siempre se puedan hacer de otra manera, ahora circula entre nosotros la posibilidad de hacer un festival de cine clásico que no consista en la proliferación inútil de alfombras rojas, vestuarios de gala y ceremonias que giren alrededor de egos, fabulaciones y cintas de vídeo. Me refiero a Granada Paradiso, el nuevo Festival de Cine Mudo y Clásico, cuyo perfil se está presentado en el Centro Federico García Lorca, desde hace dos o tres semanas, por parte de su promotor principal, el Ayuntamiento de Granada. Y ya se puede hablar de dos de los rasgos distintivos que, probablemente, harán de este festival de cine una experiencia provechosa y perdurable: su propósito didáctico o divulgativo y su voluntad de divertir y sorprender.

No podía ser de otra manera: la industria del cine atraviesa una complicada crisis que no sólo afecta a la producción, financiación y distribución de películas, sino que también está poniendo en grave riesgo la existencia de este arte que tanto hizo (y hace) por expresar nuestros sentimientos, aspiraciones o fantasías. Sin la existencia del cine no seríamos como somos. Por eso está bien recuperar el análisis del lenguaje cinematográfico originario, conocer los vericuetos que lo hicieron posible y valorar sus logros. Y de la mano de Juan de Dios Salas (como director de Granada Paradiso) ya pudimos ver algo de todo esto en la divertida sesión de preestreno del 29 de enero, una sesión donde Miguel Puga supo desvelar con eficacia las profundas conexiones que existen entre el cine y la magia.

Otro de los rasgos que pudieron rastrearse en las sesiones de preestreno (hoy domingo se celebra la tercera) sería ese afán de no caer preso en la paralizante melancolía de los orígenes o del pasado. Nada de eso. De ahí que esta posibilidad que nos ofrece la Concejalía de Cultura de acercarnos al cine clásico de un modo más riguroso y didáctico, más entretenido y realista, sea una buena noticia. Y más en una ciudad tan resistente a los cambios, a la concertación, al conocimiento. Porque la convergencia de este nuevo (o no tan nuevo) festival con otras iniciativas cinematográficas (como el Festival Internacional de Jóvenes Realizadores o Cines del Sur) servirá para hacer las cosas de otro modo, con más ambición y transparencia, menos oportunismo, más rigor. Ojalá salga bien.

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