GRANADA, la ciudad que entierra sus ríos y mata a sus poetas, vuelve a dar muestras de su carácter irredento y cainita. Ya resulta discutible, por no calificarlo de catetada, la creación de un festival dedicado al cine clásico. En primer lugar, porque a un festival se le supone una selección de cintas que no hayan sido estrenadas y que de esa selección salgan algunas ganadoras. Así funciona en Berlín, en Venecia, San Sebastián o Cannes. Un certamen dedicado al cine clásico será, en todo caso, una muestra y no un festival. Nadie va a discutir la grandeza de ciertos títulos que han marcado el devenir del séptimo arte, o que han conformado la memoria sentimental de muchos de nosotros, pero tratándose de películas al alcance de todos en cualquier videoclub, su repercusión fuera de la Granada será nula y su exhibición debería circunscribirse al ámbito de las filmotecas y los cineclubs. En una ciudad absolutamente deficitaria en cines en versión original resulta un ejercicio de fatuidad querer darse lustre con un evento como éste. Hay mucho por hacer para quienes promueven el cine en gran formato y en v.o., y mucho podría hacerse en esa línea con el presupuesto gastado en este engendro.

Pero aún más discutible resulta que la estrella del festival sea un aleccionado hijo de y directamente bochornoso su panegírico de los dirigentes que lo habían invitado. ¿Qué reservarán nuestros lúcidos gobernantes para próximas ediciones? Yo propongo al vecino de Oliver Hardy, a un cuñado de George Clooney o, mejor, al peluquero de Telly Savallas. Pero ya vergonzoso es escuchar al alcalde: "Nos hacía falta un festival importante de cine. Era una deuda, a pesar de que Granada sea una ciudad pequeña, hemos puesto en el mapa un ciclo de gran categoría". Si lo hubiera dicho en junio de 2007, cuando finalizó la primera edición del Festival -este sí- Cines del Sur, hubiera tenido sentido. Decirlo en febrero de 2009 en la clausura de Retroback es una puñalada trapera que evidencia las verdaderas motivaciones que le han llevado a promover el certamen: espurias rivalidades políticas para contrarrestar otro festival financiado por la Junta. Dedicarlo al cine clásico no es más que un alarde de audacia.

Y mientras con una mano derrochan el presupuesto de cultura, con la otra destrozan el tejido cultural ejecutando el enésimo cierre de la sala de conciertos con más solera de la ciudad...

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