Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Granada como referente

Los políticos no esperaban que una ciudad dormida se haya convertido en ejemplo para frenar los desmanes sanitarios

Los que, desde hace tiempo, hemos denunciado la pasividad de Granada para reivindicar sus derechos olvidados o para oponerse a aberraciones, caprichos o desmanes de las administraciones y sus representantes, confesamos que nos ha sorprendido gratamente la capacidad de respuesta ciudadana que hemos contemplado recientemente con motivo de la llamada 'fusión hospitalaria', cuya chapuza ha puesto en serio riesgo la efectividad de la sanidad pública, no sólo en Granada, sino en varias ciudades andaluzas que bajo ese eufemismo -fusión- han visto fragmentarse, reducirse y convertirse la asistencia sanitaria en un verdadero problema que los profesionales y la ciudadanía en general han considerado intolerable. Se ha demostrado en las movilizaciones masivas -las más numerosas que he visto en Granada-, convocadas por el llamamiento espontáneo del doctor Candel que ha roto el círculo vicioso del conformismo y el silencio, al que se han unido médicos, personal de enfermería, trabajadores del sector en los diversos niveles y, naturalmente, centenares de miles de ciudadanos que han sufrido estos recortes o están en trance de sufrirlos. Los políticos no esperaban que una ciudad dormida se haya convertido en ejemplo colectivo para frenar los desmanes sanitarios.

Que un hospital nuevo sea pretexto para recortar camas, personal, servicios, enloquecer a los afectados cuando tienen que acudir a una urgencia, por ejemplo, va más allá de un capricho, una chapuza, un engaño, para elevarse a la categoría de atentado contra el derecho a la salud y hasta de la propia vida, elementos, como he dicho en otros casos, con los que no se pueden jugar.

Está bien que se haya derogado la fusión, pero me temo que lleve demasiado tiempo recuperar la transfusión, es decir la normalidad que, dentro de los límites de una sanidad afectada por los recortes, existía en Granada. Fusión, transfusión no debiera completarse con defunción. Las dimisiones eran necesarias, pero también habrá que pedir, al menos, responsabilidades políticas a quienes han consentido o auspiciado este mal juego. No veo intereses políticos en este levantamiento colectivo en defensa de la sanidad, y si lo hubiera sería cosa normal. La gente no ha ido por consignas de siglas, sino por puro sentido común. Un sentido común reivindicativo que ha convertido a Granada en referente de que la calle, la unidad en las reivindicaciones, el hacer llegarlas a los políticos encastillados tras los muros de sus despachos o palacios -como el de la presidenta Susana Díaz, en el de San Telmo- es arma eficaz para romper el diálogo de sordos y desprecio a los ciudadanos, característica de las administraciones. Ahí está la humillante desconexión ferroviaria.

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