Granada, territorio autónomo

Granada, tras la desaparición del califato cordobés, que a todos unificaba, fue el reino de taifas más longevo

Casi a los cuarenta años de la instauración de las autonomías, en nuestra actual Andalucía comienzan a oírse -que no escucharse - ciertas voces discrepantes, no tanto con el sistema en sí mismo; aunque podría, también, ser revisable; como con la concepción geográfica del ámbito de aplicación de la propia autonomía.

Comienza a haber en esta parte oriental un cierto runrún, un ruido de voces que poco a poco va dejando de ser confuso. Y aunque aún no tiene una clara definición, en Sevilla hacen oídos sordos. Y lo que algunos dicen que es peor, el patio de la política también muestra una sordera que no se sabe si es táctica, pero que al menor descuido podrían rentabilizar unos sobre otros.

Granada, tras la desaparición del califato cordobés, que a todos unificaba, fue el reino de taifas más longevo. Sevilla en el primer tercio del XIII dejó de ser tal reino, bajo la espada de San Fernando, pero luego el Guadalquivir navegable y el negocio de las Américas le dieron dinero, poder y prestigio para seguir mandando. Y para constituirse en la metrópolis que llegó a tener dimensión panamericana, pues era la principal referencia española desde las costas de aquel otro lado del Atlántico.

Sí, Sevilla apareció sorpresivamente en la historia, asumiendo orgullosa y hasta prepotente el protagonismo que se pensaba correspondería a Granada, pues ésta había sido la que por más tiempo se esperó y se había convertido, durante la baja Edad Media, en un claro símbolo de unificación cristiana, no sólo de los antiguos reinos que ya hacía tiempo que eran España, sino también de toda la vieja Europa, que miraba hacia aquí queriendo ver la punta heráldica que cerraría, no sólo el escudo de la nación, sino todas las gestas de unificación del territorio cristiano frente a oriente.

Pero no, la filosofía de la historia fue otra y por una circunstancia que, fortuita o no; como la anécdota del huevo que le atribuyeron; protagonizó Cristóbal Colón con el certero hallazgo de otras tierras, que ensancharon el mundo y el pensamiento. Y Granada se quedó, otra vez, allá, lejos de cualquier protagonismo en la nueva era que se abría.

Ahora hay aquí quien propone no seguir con la dependencia de la antigua metrópoli. Son voces, que crecen, de los que reivindican el antiguo Reino de Granada como territorio autónomo dentro de esta España que, como siempre, más que concierto acordado parece vociferio confuso. ¿O no?

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