LA pregunta es: ¿qué Granada CF veremos hoy en el estadio de Los Cármenes? ¿El de la sugerente primera parte ante el Real Jaén o el de la penosa indolencia de Talavera? Ante la doble cara que el equipo rojiblanco suele ofrecer esta campaña, la resolución de la incógnita es fundamental para aspirar a mantener las esperanzas de jugar las eliminatorias de ascenso o, por el contrario, para determinar que, de forma definitiva, la Liga se va al garete. Llevamos varias semanas afrontando finales y, pese a los variados fiascos, los resultados de los rivales han permitido que el Granada CF siga vivo a falta de nueve jornadas para el final de la competición.

Es reiterativo, casi cansino, volver a destacar la relevencia del choque de esta tarde ante el Lucena. Todos los que quedan, mientras existan posibilidades reales, son importantísimos, máxime si se tiene en cuenta que hay enfrentamientos directos en las próximas fechas entre los equipos implicados en la misma lucha que los granadinistas. Pero, claro, éstos tienen que sumar ya de tres en tres para acortar distancias. Y eso está costando un mundo. Basta con comprobar que en los diez partidos jugados de la segunda vuelta el Granada CF ha sumado 11 puntos de 30 posibles, y sólo ha marcado seis goles: números de descenso. Pero como hoy hay que ser optimistas, vamos a darnos ánimos y nos quedamos con que los rojiblancos llevan cuatro jornadas sin perder, y han obtenido ocho de los doce puntos en juego, que si se gana al Lucena se convertirán en once logrados de los últimos quince disputados: números de promoción de ascenso.

El punto de inflexión puede llegar en cualquier momento, aunque más vale que sea antes de que la Liga quede resuelta. Me han convencido desde dentro de que el problema de los jugadores es más anímico que de calidad. O sea, un factor psicológico. Ello me hace pensar que si adquieren de nuevo confianza en sí mismos, como en la primera vuelta, se lanzarán a por todas y podrán optar a alcanzar el objetivo. Hoy lo comprobaremos.