Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Granadachef

Pocos estaban dispuestos a consentir que Granada siguiera siendo la patria del papapobrerío y el choto al ajillo

Granada tiene un modelo. El modelo, el auténtico modelo de la ciudad, de la provincia, del país, es Jordi Cruz, el guapo de Masterchef. Nadie ejemplifica como este cocinero, convertido en restaurador y después en artista, que detrás de cada gran hombre hay, como poco, otros veinte o treinta trabajando, becarios gratis-total incluidos. Ese modelo gastronómico-turístico es el que inspiró los trece años de Gobierno del PP local y es en el que ahora insiste el PSOE. Ese modelo ha producido el milagro de que en abril se creen 1.745 empleos (el 96% temporales) y que unos 60.000 pensionistas logren vestir, pagar los gastos caseros y hasta comer ellos y toda la descendencia con menos de 600 euros. A la promoción de ese modelo se han dedicado durante una década concejales, diputados y delegados autonómicos. Por eso en las Juntas de Gobierno del Ayuntamiento, como nos cuenta Telesfora Ruiz, los concejales del PP ni votaban ni alzaban la mano ni atinaban con nada.

A la vuelta del FITUR de turno, bajo los efectos del menú largo y estrecho, tras mirar y tratar de entender durante un cuarto de hora un plato decorado como un Kandinsky, y a la espera de que les "explicara algo", los promotores del Granadachef sólo podían pensar en cómo combatir los ardores de estómago o memorar la textura del hojaldre, la muselina de changurro o las virutas de jamón de pata negra. Era tanta la ocupación que no conocían más estudio de detalle que el de la cabeza aterciopelada de una gamba de Garrucha. No lograron aprender en trece años lo que es un plan especial, pero alguno podía disertar con absoluta precisión sobre la elaboración de una cromoterapia de naranja, el maridaje entre una cola de cigala y una manita de cerdo o la temperatura exacta a la que debe servirse una sopa de trufas a lo Valéry Giscard d'Estaing. Esos políticos, como los de otras instituciones y partidos, sólo abrían la boca para introducir la cuchara dentro o hablar de la "eminencia de los fogones" y del inevitable "plan de desarrollo sostenible" que nos ha llevado a esta situación insostenible. Pocos estaban dispuestos a consentir que Granada siguiera siendo la patria del papapobrerío y el choto al ajillo, el choto con ajos, el choto en un plato o el plato en un choto. Y, empachados por la verborrea de los vendedores del caldo de lechuza gastronómica, lograron lo imposible. En Granada, en España, jamás se ha comido tanto y tan bien y se ha pasado tanta hambre.

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