La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Grosería y mentira populista

Mentira y grosería, que los inadvertidos o los suyos toman por sinceridad, son las armas de los populistas

Veo entero el áspero debate entre Macron y Le Pen. Gana él, afortunadamente. Una victoria fácil, porque todos saben quién es Marine Le Pen y qué representa; y a la vez difícil, porque los populistas (da igual que sean de extrema derecha o de extrema izquierda) tienen la superioridad -engañosa y de corto recorrido, pero tan eficaz que le ha permitido convertirse en la segunda fuerza política francesa- de utilizar graves problemas reales que cabrean o angustian a los ciudadanos para explotar su miedo o su cólera ofreciéndoles soluciones irreales y dudosamente democráticas: "La cólera y la razón" titulaba Le Figaro su editorial al día siguiente. Quince mentiras graves denuncian tanto Le Monde como Le Figaro en las intervenciones de Le Pen. Fueron rebatidas por Macron. Pero a ella le daba igual: la mentira, el descaro y los malos modos groseros que los inadvertidos o los suyos toman por sinceridad y justa cólera son las armas más poderosas de los populistas.

Y esto vale tanto para el FN como para Podemos: recuerden el nivel elemental y grosero que han aportado al debate parlamentario sin ofrecer, ni tan siquiera con su actual circo de la moción de censura, alternativas serias. No hay más remedio que debatir con ellos y soportarlos en las instituciones porque muchos ciudadanos (cabreados, indignados, engañados o partidarios de sus recetas irreales además de dudosamente democráticas) les votan. Cinco millones de españoles votaron a Unidos Podemos, y siete millones y medio de franceses al Frente Nacional en la primera vuelta. Pero como allí se habla más claro y con menos complejos que aquí, Macron dijo tras el debate: "Me acordé de Chirac, que en 2002 se negó a debatir con el Frente Nacional… Debatiendo con Le Pen uno se ensucia un poco".

Y esto, insisto, vale para Podemos. Baste recordar la batería de groserías que lanzó Iglesias en la última sesión de control: "Me importa un comino, me importa un pimiento, me importa un huevo, me importa un rábano, me importa un pepino, me la trae floja, me la suda, me la trae al fresco, me la pela, me la refanfinfla, me la bufa". Como tituló Le Monde tras el debate, "es imposible debatir normalmente con la extrema derecha". Lo mismo puede decirse de la extrema izquierda. Y ojo con lo que pase aquí: Sánchez se ha quedado mucho más cerca de Díaz en avales de lo que se esperaba. Y nadie ignora que pactará con Podemos.

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