Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Grotesco panorama

Las banderas, con el aguilucho, se blandían al viento con la fruición que otros días lo hacían las esteladas

La vida política nacional, regional e internacional hace tiempo que lleva el sello del esperpento, como tantas veces la he calificado. Los últimos detalles tienen tintes grotescos que no ocultan, en algunos casos, su peligrosidad. Mencionaré sólo dos, sin establecer paralelismo alguno, porque son cosas distintas y distantes. El calificativo de 'circo' -que ofende a un espectáculo respetable- se ha dado en Cataluña, con el empecinamiento de sus gobernantes que, por costumbre histórica o por simple conversión oportunista -como le ha ocurrido a las huestes de Artur Mas para no pasar al ostracismo- desean algo tan imposible como descuartizar al país. Aparecer como un mesías libertador de un pueblo oprimido, al presentarse ante un tribunal catalán por desobedecer las leyes -la Constitución actual recibió el mayor respaldo, precisamente, en Cataluña- fue un espectáculo patético, impropio para un pueblo tan culto como el catalán. Que un Gobierno autonómico se ponga al servicio de un acusado, con sus representantes a la cabeza, fletando 160 autocares para llevar a jubilados a aclamarlo en el recorrido, acordonado por la policía, repartiendo banderas separatistas y gritos a favor de los presuntos delincuentes nos recuerdan aquellas manifestaciones 'espontáneas' que organizaba el franquismo en la Plaza de Oriente, mientras el caudillo 'salvador' de la patria agitaba su mano, con la misma firmeza -últimamente el parkinson la hacía temblar, como símbolo del fin de una triste era- que Mas ante las multitudes enfervorizadas. Las banderas, con el aguilucho, se blandían al viento con la fruición que los otros días lo hacían las esteladas. Gestos, palabras y escenas muy viejas. Unas, por fortuna, olvidadas y superadas, y otras resucitadas como 'nuevos' espantajos de nuestra tradición cainita.

Donald Trump ha aparecido en el panorama internacional como otro esperpento, con tintes peligrosos que superan, por ahora, sus caricaturas. Que el presidente Rajoy se haya ofrecido como mediador en sus intolerables políticas con México, América latina, el mundo árabe y Europa resulta igualmente ridículo, porque ha hecho que muchos hayan recordado aquel nefasto papel desarrollado por el gobierno de Aznar en el 'trío de las Azores', al lado de otro impresentable presidente norteamericano como George W. Bush, con su guerra de Iraq que tanta tragedia y mentira originó. No creo que posturas lacayas -así llamé las de Aznar- beneficien a Rajoy, que se ha equivocado de pleno, sin esperar siquiera cuál va a ser la postura oficial de Europa, cuyos líderes más importantes no han dudado en criticar las actitudes del despótico patán millonario de la Casa Blanca. Entre la diplomacia y el vasallaje hay un abismo que ha traspasado Rajoy.

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