Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Gubia y formón

LA Junta y el Ayuntamiento, después de años de hostigamiento del peor estilo, han firmado la paz para construir en comandita ¡una estatua gigante al turista en la Gran Vía! ¡La horterada como fundamento del entendimiento político! Hasta ayer el mal gusto había sido un estilo de expresión exclusivo de determinadas corrientes de la ciudad (del burro de la Romanilla al Chorrojumo del Peso de la Harina) pero a partir de ahora, gracias al renacido afán de consenso, va camino de convertirse en un punto de concurrencia estético y espiritual. Además, lo hacen por aburrimiento. En los dos años de vigencia del Plan de Excelencia Turística, de donde saldrá el dinero, las administraciones sólo han sido capaces de gastar el 25%.

Sólo pensar en el resultado del concurso me pone los pelos de punta, porque difícilmente se puede dignificar con mazas y escofinas un concepto tan disparatado y rancio. ¿Un japonés en pantalón corto con las canillas estilizadas a lo Giacometti? ¿Una gitana con la redondez de un huevo de Brancusi sujetando una mata de romero? ¿O una composición abstracta de unas castañuelas? ¿Los títulos? Dame argo o Del chavico a Chaves (momentos de la progresión de un pueblo). Y, además, la quieren colocar en la Gran Vía, junto a Plaza Nueva: lo que faltaba a la avenida.

Pero lo que más me llama la atención es que el acuerdo al que han llegado las dos partidos es sustancialmente falso. Tan falso como la estatua que pretenden levantar. El PP y el PSOE tiran desde hace lustros del carro del turismo por sus propios medios. Los intereses del Ayuntamiento de la capital y los de la provincia hace años que concurren a la principal feria del turismo (Fitur) cada uno por su lado e incluso en competencia. El Ayuntamiento lleva su Granada y la Diputación la suya y si aparece el Rey cada sección lo toma de la manga y trata de llevarse medio cuerpo del monarca al campo propio.

Y como ejemplo muy reciente de rivalidad ahí está el vergonzoso cisma en el convenio para subvencionar los vuelos baratos internacionales. El Ayuntamiento ha huido del consorcio más interesado en aguar el éxito a la Diputación socialista de Antonio Martínez Caler que en defender los intereses comunes.

Sin embargo, no parece haber disidencias ideológicas en cuanto a la estatua al turista. La Consejería de Turismo, que es el departamento estéticamente más peligroso que pende del entramado administrativo de la Junta de Andalucía -el primero del que se deshizo Chaves cuando tuvo que gobernar con el PA-, parece decidida a demostrar que, aunque distintos, siempre hay un nexo que iguala a tirios y troyanos: el estrecho vínculo de la ordinariez construido a golpe de gubia y de formón.

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