Res Pública

José Antonio Montilla

montilla@ugr.es

Haciendo cuentas

En fin, los discursos sobre un gobierno alternativo son juegos de artificio para rellenar las tertulias

La moción de censura transcurrió sin novedades. Como se esperaba, fue de censura, no de alternativa. El candidato Iglesias obtuvo 82 votos, cuando necesitaba 176. Pero más allá de la falta de apoyos, ni siquiera planteó un programa de gobierno alternativo para ser investido presidente, pues no pueden merecer ese nombre las medidas enunciadas de manera deslavazada en su intervención. En nuestro ordenamiento constitucional existen diversas formas de rechazar la actuación del gobierno a través de los instrumentos parlamentarios de control ordinario. A la moción de censura sólo debería acudirse cuando se va en serio, con alguna expectativa de conformar una mayoría y con un programa de gobierno negociado con otros grupos. En fin, el mejor resumen de la moción acaso lo hizo la diputada de Coalición Canarias, Oramas, cuando en sus cinco minutos de intervención la desmonta con toda crudeza y un punto de demagogia.

En cualquier caso, el escaso apoyo no se corresponde con un rechazo masivo. Se han producido 97 abstenciones, que coincidían en la censura al Gobierno pero no en el candidato. Por ello, a partir de ese momento el debate político se ha centrado en la posibilidad de un gobierno alternativo, con referencia recurrente al acuerdo de gobierno de izquierdas que se mantiene desde hace dos años en Portugal.

Sin embargo, no es ni aritmética, ni políticamente posible trasladar a España ese modelo. Desde la aritmética, PSOE, con Nueva Canarias suma 85 y Podemos con Compromis, 71. Son 156 diputados, a 20 de la mayoría absoluta y lejos de los 170 que suma el PP (incluyendo UPN y Foro Asturias) con Ciudadanos y Coalición Canaria, si se pretenden confrontar bloques. Y ya no hay más. Si incluimos a los 5 del PNV ya no es de izquierdas y sigue sin resolverse el problema aritmético. Sería necesario incorporar tanto a ERC como al PDECAT que son, en este momento, esencialmente independentistas.

En fin, los discursos sobre un gobierno alternativo son juegos de artificio para rellenar las tertulias. Y mientras tanto va pasando la legislatura. Nuestros representantes deberían dedicarse a "hacer políticas" para atender los problemas de la ciudadanía. Esto se logra a través de un intenso trabajo parlamentario en el Congreso, planteando iniciativas que, dada su composición actual, pueden ser aprobadas. Conviene recordar que en todo 2016, con los dimes y diretes de la formación del gobierno, solo se aprobaron 2 leyes. Y en 2017 todavía no se ha aprobado ni una sola ley a la altura del verano.

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