La chauna

José Torrente

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Herederos

Ser sobrina de Federico y presidenta de su Fundación no puede ser un eximente para no justificar un agujero de 3,8 millones

Las comparaciones son odiosas, especialmente para quien sale perdiendo. No está mal ver cómo unos y otros hacen de lo mismo una solución o un problema. Tico Medina definió a José Guerrero como el "Federico de la pintura". Sus legatarios son otra cosa.

Nos tocó negociar con los herederos de José Guerrero, Tony y su cuñado Pep, la renovación del Comodato para prolongar la estancia de la obra del pintor granadino en el Centro Guerrero por diez años más. No hubo grandes lisonjas en el menú negociador, ni chantajes o caprichos ventajistas por encima de la verdadera intención.

Ofrecer a la familia del pintor respeto, educación y cortesía, fue parte del andamiaje con el que nos agradecieron el trámite, algo que echaban de menos con aquel gobierno progresista de Martínez Caler, quien les amenazó con empaquetar los cuadros y mandárselos de vuelta donde le dijeran. Otros preferimos convencerlos de que Granada era el sitio ideal donde mantener la Brecha de Víznar, Variaciones Azules, Presence of Black o Expansión azul, entre otras maravillosas obras del artista.

Tony y Pep eran sinceros con lo de poner a Granada por delante de sus intereses personales. Querían que nuestra ciudad fuera el lugar de encuentro permanente con la obra del genial Guerrero. Su voluntad de dejarnos aquí la principal y más extensa colección del artista era absoluta. Ningún interés personal era superior a que Granada fuera referencia del arte contemporáneo. La difusión de una Granada más cultural a través de la obra de su padre era para ellos lo importante. Se hizo el esfuerzo para convencerlos con la amplia y gran programación del Centenario del nacimiento del pintor. Ahí comprendieron que las palabras y los hechos ya no iban cada una por su camino.

Para el Centro Lorca hay quien no quiere dejar el balón que le pertenece. Alguien que, en complicidad con un alcalde ansioso de un selfie más, está dispuesta a llevarse la pelota si no se juega con sus reglas. Para quien la proyección cultural de Granada a través del Centro Lorca, pero con el Legado, es lo de menos si antes no se resuelve lo suyo. Que sabe que el archivo del poeta fuenterino, su tío, es el salvoconducto que le permitirá amnistiar sus presuntas culpas por no haberse enterado de que un secretario de su propia fundación se lo estaba llevando crudo en lotes chicos. Ser sobrina de Federico y presidenta de su Fundación no puede ser un eximente para no justificar un agujero negro de 3,8 millones de euros. Ni Granada puede ser la última razón para que el Legado venga cuanto antes. La universalidad de un artista hace que su obra le pertenezca al mundo, no tanto a quien tiene la llave del arcón que guarda sus recuerdos.

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