Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Huevos fritos

HOSPITAL San José de Madrid. Domingo 25, 14:30. El presidente del Gobierno pide a los periodistas que no le hablen de política el día en que se juega una de las partidas más difíciles de la joven democracia española; las elecciones catalanas. Rajoy había estado una hora con el Rey al que 48 horas antes habían realizado en esa clínica privada una complicada intervención de cadera. Y tenía un argumento para demostrar la buena salud del Monarca y, de camino, ofrecer un titular goloso a la prensa: el Rey había desayunado dos huevos fritos. Bingo. Media hora después, todos los telediarios adornaban sus crónicas con los huevos.

En todo caso, el Monarca hizo honor aquel día a las castizas aficiones de los borbones y pidió de desayuno la que podríamos considerar la comida nacional. Nos flagelamos constantemente con la idea de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, pero seamos sinceros, si se hace una encuesta entre el conjunto de la ciudadanía española sobre cuál es su plato favorito, los dos huevos con patatas ganan por goleada. Y habrá que convenir que se trata de una comida sencilla, adecuada para la humilde España de antaño y a la modesta España que propone para el futuro mi colega Enric Juliana.

Este ensayo, publicado por la editorial RBA, establece que la actual crisis económica no será un paréntesis en la historia de España, a pesar de que el discurso de los políticos juega con la metáfora tranquilizante de ese paréntesis. Juliana sostiene que España no regresará a las altas cotas de consumo, especulación y hedonismo de las últimas dos décadas. Y que en la nueva era este será definitivamente un país modesto.

La modestia que no siempre ha tenido buena acogida en el alma popular, pero ya ven que en materia gastronómica este pueblo no ha descarrilado. Lo que no indica que no haya habido burbuja en la materia: hemos visto surgir la tortilla de patatas líquida y las aceitunas líquidas, sin que se decretase que era alta traición. Pero las masas populares y la alta aristocracia han seguido fieles a los valores eternos, como la tortilla de patatas de toda la vida de dios. Afortunadamente el más moderno de nuestros chef regionales, Dani García, que se encuentra estos días en Nueva York abriendo un restaurante con el genuino nombre de Manzanilla, ha adaptado con más estilo platos tradicionales como la hamburguesa de cola de toro.

Rajoy dijo también a la salida del hospital que había hablado con el Rey de la vida misma. Ahora que preocupa tanto la marca España, los huevos fritos no son mala guarnición. Añadió el presidente que con don Juan Carlos no había hablado nada de política. ¿Semejante día y nada de política? No hay quien se crea esa cortina de humo. Si el infierno existe hay quien hace méritos.

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