Llevamos más de 20 años hablando de cómo recuperamos la red de tranvías que el desarrollismo franquista destruyó en nuestra ciudad metropolitana y en muchas otras. Hace 15 años que tenemos el trazado de la línea 1 de metro que empezó a construirse en 2007, lo cual indicaba que en algún momento no muy lejano estaría terminada, como de hecho ha ocurrido.

Sin embargo, a día de hoy quienes nos gobiernan siguen improvisando y evitando abordar el meollo de la cuestión: una ciudad-región como Granada necesita un sistema de transporte de la misma escala. Las líneas urbanas y metropolitanas deben adaptarse urgentemente a la nueva infraestructura por inaugurar, pero también deben coordinarse entre sí, evitando que los buses metropolitanos y el propio metro cuando entran en la ciudad coincidan en muchos trayectos con los urbanos duplicando líneas de manera innecesaria.

La reforma de la LAC era una promesa electoral del partido que gobierna actualmente, pero un año después de asumir la alcaldía sigue exactamente igual que estaba desde que la inauguraron. Aparte de mucho prometer y poco hacer, tampoco están atendiendo las propuestas de la sociedad civil y de la oposición. La LAC podría sustituir aquella línea 2 de metro que el PP quería meter bajo el Darro allá por 2003, pero adaptándola a las necesidades actuales y alargándola lo que fuera necesario para cumplir con la función real que tienen estos medios de transporte masivo, que cada día son más comunes en las ciudades europeas tras haberse desarrollado con éxito en Latinoamérica.

Sin embargo, aparte de los retrasos, la mayor polémica se ha dado con la tarifa que deberemos pagar y su (in)compatibilidad con el resto de medios de transporte, de tal manera que algo tan sencillo como tener un billete único para toda la ciudad y otro para el área metropolitana pudiera convertirse en un nuevo obstáculo para el uso de la nueva infraestructura.

Pero la última improvisación del Gobierno municipal ha sido la propuesta de hacer pruebas con el tráfico rodado. No me niego a que algunas intervenciones puedan ser rectificadas si no funcionan, pero en este momento de convulsión en la movilidad metropolitana lo que necesitamos es aplicar los planes existentes adaptándolos con eficacia a la realidad actual, que incluye la posibilidad de reorganizar el tráfico atendiendo a las posibilidades que nos brinda el nuevo medio de transporte para disminuir el uso del vehículo privado en la ciudad. No hay que ser valiente, hay que tener una mínima visión de ciudad para entender que esto es el futuro, y no las pruebas efímeras que molestan y no solucionan nada.

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