La bitácora

félix de moya

Independencia

Hoy no se yergue más alternativa frente a la utopía independentista que la del tamaño

Ayer dijo el Gobierno que está dispuesto a hablar de todo con la Generalitat. Confío en que ese 'todo' no tenga que ver con aumentar la brecha de renta per cápita que ya existe entre Cataluña y otras Comunidades Autónomas. Y no tengo esa confianza porque crea que en este o en otro Gobierno se hayan infiltrado una suerte de cruzados de la equidad social dispuestos a morir antes que permitir que el desafío independentista profundice las desigualdades ya existentes. La única razón que nos permite hoy día confiar en la férrea determinación de este u otro Gobierno de España en que no permitirán que se fragmente el sujeto de soberanía (pueblo español) aceptando un referéndum en Cataluña, es simple y llanamente porque en unas elecciones generales esto pasaría una enorme factura al partido que lo hiciera. Esta es la única razón por la que se mantiene esa firmeza, declarativa al menos, por parte del Gobierno actual, y es la misma razón por la que algunos partidos en la oposición le acompañan en este asunto (PSOE y Ciudadanos) y otros (Podemos) juegan a la ambigüedad calculada en un ejercicio de funambulismo de más que dudosa rentabilidad electoral. ¿O acaso no podría ser que la formación morada hubiera perdido un millón de votos en las últimas elecciones fuera de Cataluña por aparecer allí permanentemente abrazados a todos aquellos que defienden la independencia? La realidad, en todo caso, es que la propia dinámica electoral lleva a unos a envolverse en la bandera de España y a otros en la de Cataluña, cavando trincheras infinitas destinadas a resistir asedios inexistentes mientras se habla de diálogos y democracias en los que nadie parece creer.

La independencia funciona hoy para muchos como un horizonte utópico que, si bien no resolverá los problemas existentes, restablecerá al menos un cierto equilibrio soñado. Para lo cual es imprescindible identificar inequívocamente al enemigo opresor, atribuir a España el origen de todos los males que nos aquejan y convertir en un mantra que la desconexión curará todos los males que nos aquejan. El problema es que frente a este argumento basal nada se ha construido. Hoy no se yergue más alternativa frente a la utopía independentista que la del tamaño. Juntos somos más grandes y en un mundo de poderes en conflicto el tamaño importa. Pobre argumento frente al horizonte ilusorio del nirvana independentista.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios