A BOTE PRONTO

Juan Alfredo Bellón

Insacular

NUNCA se le agradecerá bastante a José Bono el papel de animador mediático de la Egpaña actual, condición que comparte con otras aves del paraíso, alguna ya difunta como Cela, y otras aún vivas aunque casi amortizadas, como Francisco Vázquez, Manuel Fraga, Rodríguez Ibarra, Alfonso Guerra o Pascual Maragall, iconos tan atractivos para los periodistas como el panal de rica miel para las cien mil moscas de la fábula.

Ese protagonismo lo ha ejercido Bono siempre que gobernó y ahora debe restringirlo a las reglas de su nuevo cargo, jaula estricta de oro que le endilgó Zapatero a cambio de convertirlo en la tercera autoridad del Estado. Y como se le ve venir desde lejos, las asistencias y las audiencias, siempre estamos pendientes de sus bonanzas y donaires.

La primera, en la frente, nos la dio cuando prometió no decir ni mu, tras haberle llamado cabestro el peneuvista Erkoreka y luego, nos obsequió con la segunda, en la boca, al proponer la insaculación, acción de introducir en un saquito o urna la nómina del Congreso para sacar luego un nombre al azar y empezar por él la votación. Y como Bono se tiene por mucho más culto y castizo que doña Espe, desdeña el inglés del que aquella hace ostentación pública, evita el uso de randomizar (pedir al ordenador la búsqueda aleatoria de un nombre por donde comenzar una votación) y prefiere voces patrimoniales como insaculador e insacular cuya estructura morfológica abunda tanto en español (inocular, incinerar, inhumar, encestar, encajonar, inocular, etc.).

Aunque esa inclinación puede costarle cara con tanto meapilas escrupuloso como hay en política y en sectores reaccionarios del periodismo que ya andan criticándolo por parecer un cómico que actúa en el Corral de Almagro en vez de presidir el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo.

Y como el diminutivo latino en -culo permanece en bastantes voces españolas actuales, su uso despista a la ignorancia y torna sospechosas y políticamente incorrectas formas como báculo, forúnculo, textículo, divertículo y ósculo. Para no hablar de tabernáculo o meticuloso, que pasan erróneamente por ser voces compuestas y escandalizan a quienes se lo cogen (el vocabulario) con papel de fumar asociando insaculación e insaculador con eyaculación, porculizador y porculero, dicho sea con el mayor respeto y mejorando lo presente.

Y mientras ZP ya ha logrado la investidura y su nuevo gobierno toma posesión, el arcarde apoya desde aquí a Rajoy e invita a sus Nuevas Generaciones a pribar en el botellódromo y les otorga, como a los rocieros, certificado honorario de empadronamiento.

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