Paso de cebra

José Carlos Rosales

josecarlosescribano@hotmail.com

Intimidación

El miedo es una herramienta de gran eficacia para imponer unos criterios, unos intereses, un tema de conversación

Esta semana ha sido de verdadero vértigo, han sido siete días; pero, con esa acumulación inesperada de silencios y gestos y palabras a medias, parece que hubieran pasado siete meses: sentencias resbaladizas, medidas cautelosas, rostros imperturbables cruzando a la carrera delante de una cámara, diputados que cambian de sitio, fiscales que cambian de despacho y despachos incapaces de cambiar las rutinas del mundo, de una ciudad o, al menos, de una concejalía menor. Todo ello regado con las desoladoras declaraciones de Manuel López Bernal, el fiscal superior saliente de Murcia, de las que entresacamos dos o tres o cuatro frases: "Cuando los fiscales actúan contra los presuntos delincuentes, los presuntos delincuentes pueden ir contra los fiscales […]; yo creo que la mayoría de los fiscales anticorrupción sienten una cierta desprotección […]; hay dos tipos de intimidación […], una es la intimidación física, que […] la ha sufrido un compañero, en cuya vivienda han entrado en un par de ocasiones, dejando la tarjeta de visita […]; el resto, es organizando campañas de desprestigio; […] y si estas cosas siguen pasando, dentro de unos años nos encontraremos con que nadie querrá investigar la corrupción".

Intimidación viene de intimidar, derivado de temer, un pariente de tímido, y significa causar o infundir miedo, provocar temor, atemorizar o acobardar. También significa "imponer", porque el miedo es una herramienta de gran eficacia para imponer unos criterios, unos intereses, un tema de conversación (o un tema de no conversación), una manera de falsificar el mundo. Así que para que nada se mueva lo mejor es que nada se sepa, nada se diga. Ahí está el veto de la Casa Blanca a los medios de comunicación estadounidenses (New York Times, o CNN) que se han destacado por desvelar las falsedades de Donald Trump. Y, vetados y acusados de deshonestos o mentirosos, los periodistas de EEUU soportan intimidaciones diversas que buscan impedir que se conozca la verdad. Como el fiscal Manuel López Bernal. O como tantos otros ciudadanos que en municipios y negociados perdidos del mapa intentan que se conozca lo que ocurre desde hace muchos años, pero algunos responsables políticos parece que están sordos, no quieren enfadarse con ningún albacea o camarlengo. Están intimidados, no saben lo que hacen. O lo saben y callan antes de que les organicen una turbia campaña de desprestigio.

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