Gafas de cerca

josé Ignacio / Rufino

Islamodemócrata

LLAMAMOS válvula a un "mecanismo que regula el flujo de la comunicación entre dos partes de un sistema". Si ha habido una válvula de libro entre Oriente y Occidente durante incontables décadas, ésa se llama Turquía. Cabe trasladar esa analogía a los desequilibrios crecientes entre cristianismo, incluido el cristianismo ateo, y mahometanismo, dialéctica cultural o religiosa en la que los avances devienen más bien en un rebobinado de la Historia. También podemos aplicar ese papel mediador -o de cortafuegos, o de simple alivio transitorio- del vastísimo país euroasiático al insoluble problema de la migración masiva desde Siria o Iraq. O resaltar su papel al plano militar, a ese paraguas defensivo del que tantos españoles reniegan pero sin el que seríamos dominados más pronto que tarde, llamado OTAN: sin Turquía, la OTAN debería reinventarse, porque el otomano es el segundo Ejército en tamaño de toda la Alianza. O su controvertido encaje en la Unión Europea, que puede estar más que en entredicho si los acontecimientos desencadenados por el recién fracasado golpe o autogolpe militar siguen su actual curso.

Oficialmente, un complot quiso asumir el poder, un clásico golpe de Estado militar, algo tan mediterráneo como un olivo. Y oficialmente fracasó. Oficial e implacablemente, las instituciones básicas de poder turco están siendo depuradas por el actual presidente Erdogan, que pertenece a un partido autodenominado islamodemócrata, un concepto extravagante y de tan escasa praxis como que nunca ha existido en país alguno del globo (recuerda al chiste del mixto lobo que conversa con el oso hormiguero). Es desde hace muchas décadas un Estado laico y la religión no puede -o no podía- inmiscuirse en política ni en educación, pero el 99% de su población es musulmana. Durante años, una élite laica ha regido de forma más o menos subyacente los destinos de un país que parecía poder fundir la genética del oso y la hormiga, y que pedía contrapartidas políticas y económicas a cambio de sus pleitesías geoestratégicas, como el ingreso en la Unión Europea. ¿Puede un país de población completamente musulmana integrarse en un sistema de regulaciones esencialmente laicas y antidiscriminatorias en lo tocante a mujeres? Quizá este golpe o autogolpe de Estado -puede que Erdogan lo conociera aunque no participara, es una tercera posibilidad-haya dinamitado de un plumazo tal integración. Y quizá nuestro sistema de Defensa común esté bien tocado. ¿Desempolvaremos el vocablo sarraceno, anterior al uso de mahometano y no digamos que de islámico?

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