Paso de cebra

José Carlos Rosales

josecarlosescribano@hotmail.com

Jo sí que tinc por

No sé, a pesar de su emotiva firmeza hay algo en ese lema que no acaba de convencerme

El lema de las últimas manifestaciones de Barcelona y Cambrils ha sido "No tinc por!". Con esta frase se intentaba mostrar un profundo rechazo a los recientes atentados terroristas de Cataluña así como una honda solidaridad con las víctimas de las Ramblas de Barcelona y del Paseo Marítimo de Cambrils. Con ese lema también se buscaba elevar el ánimo de una ciudadanía a la que no se le puede ofrecer otra cosa, ya se sabe, la solución a esa lacra del terrorismo yihadista está lejana; recordemos las palabras del ministro francés Manuel Valls tras los atentados de Niza ("Francia tendrá que vivir con el terrorismo y debemos permanecer unidos") o las del alcalde de Londres, Sadiq Khan, con motivo de las explosiones de Manchester ("Los ataques terroristas son parte integrante de vivir en una gran ciudad").

No sé, a pesar de su emotiva firmeza hay algo en ese lema que no acaba de convencerme. Veamos: todos los manifestantes suelen expresar sus afanes con frases cortas y rítmicas que cumplen funciones diversas: por un lado sirven para airear una exigencia y, por otro, para cohesionar al grupo y provocar en el ánimo de los asistentes el entusiasmo imprescindible que toda reivindicación necesita si se quiere alcanzar con éxito su meta. Sin esas frases enérgicas las manifestaciones no serían lo que son. Dirigidas a los poderes establecidos (ya sean políticos o económicos), con ellas se pretende ablandar la resistencia de los que tienen en su mano subir el sueldo, impedir un desahucio o cambiar una ley. Y también -¡cómo no!- se busca solidaridad y apoyo, calar en la conciencia de aquellos que miran pasar a los peatones de la historia. Pero con esta frase de ahora ("No tinc por!") no sé qué se pretende. O a quién va dirigida. Porque, más allá de contribuir al esbozo de un loable sentimiento escasamente verosímil (¿Quién no tendría pánico al ver abalanzarse hacia nosotros una furgoneta enloquecida?), parece que confiamos en que esa frase sea oída no se sabe dónde. No sé, supongo que con los terroristas no se puede hablar, no sólo porque no exista ningún código común que haga posible ese diálogo, sino porque tampoco hay nada que conversar con ellos. Así que jo sí que tinc por; entre otros motivos, porque no pienso que nuestra seguridad o nuestra libertad sean verdaderamente una prioridad política para nadie. Sí, claro que sí, claro que tengo miedo. Y desengaño… Y pesimismo… Y tantas cosas más…

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