En 2016 nos han dejado muchas personas valiosas. En Granada perdimos a un escritor admirado, a un profesor muy querido, a un representante del pueblo digno de su cargo, y también algunos perdimos a un gran amigo.

Todavía recuerdo aquellas clases de primero de carrera en las que "el Serrano" nos enseñaba cómo el derecho y las leyes debían ser aliados cotidianos para la sostenibilidad. Fue la primera vez que entendí con claridad la importancia de la labor legislativa y de los parlamentos que la desarrollan. Por aquellos años también había partidos gobernando en minoría que como ocurre ahora tenían la costumbre de ignorar al parlamento. Aquellos que desconocían y siguen desconociendo la división de poderes, tuvieron que escuchar ahora en sede parlamentaria las lecciones del profesor que siendo portavoz de Podemos llegó incluso a ponerles nota en su (des)conocimiento de la autonomía andaluza. "¡Suspensos!" fue la calificación que obtuvieron quienes todavía pretenden decir que defienden Andalucía, mientras el Gobierno Andaluz y el Español no hacen nada por sacarnos del vagón de cola.

Y en Granada no llegamos siquiera a coger el tren porque vamos ya para dos años con la línea cortada. El suspenso generalizado de los políticos granadinos y su incapacidad manifiesta para resolver los problemas de nuestra tierra, hacen que cada día notemos más la falta de representantes públicos de la talla de José Luis Serrano. Por ejemplo, él siempre llevaba su rotulador morado para firmar aquello a lo que se comprometía. Decía que, en la nueva política, si se suscribía algo era para cumplirlo. Lo recuerdo nítidamente firmando el Pacto por la Vega con el resto de grupos políticos que ahora siguen sin mover un dedo por este territorio faltando a su compromiso público. Ya lo recordó el mes pasado Carmen Lizárraga en el parlamento como digna sucesora de José Luis, "si la Vega les importa un pimiento, que al menos ese pimiento crezca en la Vega de Granada".

José Luis decía que los partidos del cambio tienen que ser útiles y ganar las elecciones, porque fuerzas de resistencia valiosas ya existían antes. Hace un año perdimos una posibilidad cierta de que por fin alguien de Andalucía oriental presidiera la Junta acabando con el centralismo. Como decía en Zawi, sabemos que "los tiempos tardarán mucho en traer a un andaluz tan claro". Pero son las sociedades, no los líderes, quienes cambian la historia. Intelectuales preclaros son quienes anuncian el rumor de la libertad. Con seguridad hoy José Luis estaría en las calles con las miles de personas que anuncian la libertad: "Vamos a volver a ser lo que fuimos".

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