Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

Juan y medio, no; Lady Pepa

Luis XIV dijo "El estado soy yo". Hoy, en España, con las autonomías a la greña, el estado somos cada uno de nosotros

Si quisiera echarme novia nunca iría a Canal Sur. Hay formas más recatadas de socializar. Y no iría, sobre todo, para no hacerle el avío a la Junta que utiliza la televisión autonómica para hacerse propaganda y para dar a conocer una sedicente cultura local -los responsables del bodrio hablan de folclore- en la que los protagonistas (niños chistosos y cargantes, niñas vestidas -para disfrute de pedófilos emboscados- de actrices de revista cutre de los 40 o de sicalípticas bailarinas de bachata y jubilados en busca del amor de su vida) rellenan la parrilla de una televisión pública deficitaria, por un bocadillo y un refresco. Se le atribuye al rey Luis XIV la frase: "El Estado soy yo", ahora en España, con las autonomías a la greña, nos dicen todos los días que el Estado somos nosotros: "¡Sírvanse!". España es una gasolinera de noche, donde todo lo pone el cliente/contribuyente. Primero pagar, luego se encienden los números de precio y cantidad de litros; has de mancharte las manos de combustible, hacértelo todo. En las más consideradas, hay unos guantes y papel de celulosa para los que prefieren cogérsela con kleenex. Los impuestos sí se cobran; los organismos buitre tributarios son inclementes y, plausiblemente eficaces, cuando aciertan a hincarte el diente. Los servicios mínimos funcionan gracias a unos pocos expendedores. Y, sobre todo, a las familias (microestados, dentro del Macroestado español), paralizado y herrumbroso, empeñado, él y sus secuaces autonómicos, en emprender acciones catastróficas de despiste que desvíen la atención de su ineficacia y de sus corruptelas. Las familias, y la parte más sensata de la población, la que no se escaquea sistemáticamente de sus obligaciones, mantienen una cierta disciplina social que es la que pone cada mañana a funcionar a un país renqueante. No, para buscarme pareja -si es que todavía me atrevo a embarcarme en un proyecto de vida tan azaroso-, no iré a hacer el ridículo al programa de Juan y Medio, explicándole a mi novia, para cuando lo sea, cómo me gusta que me hagan el encebollado de higadillos de pollo. No quiero saber nada de Canal Sur. Si Susana Díaz quiere sedar a la población, que se estire y pague a los extras que le hacen los programas de su cadena con algo más que un bocadillo y un refresco. En lo que a mí respecta, me iré a Churriana de la Vega, a una discoteca transversal, la Lady Pepa, un parque temático del amor, que reúne los fines de semana a más de mil personas de distintas edades, credos, razas y condición social; donde, según me dicen, liga el niño, liga la niña, liga la viuda, el adolescente, la joven, el joven, la cuarentona separada y el sesentón solitario, en un ambiente distendido y selecto, sin riñas ni altercados, y sin darle un cuarto a ese pregonero de banalidades que es Juan y Medio. El Estado son ellos, que paguen.

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