MIRADA ALREDEDOR

Juan José Ruiz Molinero

Ladrón de Guevara

TRAS el silencio que dejó en Granada el asesinato de García Lorca, surgió en los años 50 una generación de poetas que lucharon denodadamente por la libertad y por recuperar la voz creadora que enlazara con la obra de aquél símbolo arrancado brutalmente de sus raíces. En aquella hornada estaban nombres como los de José G. Ladrón de Guevara que, junto con Rafael Guillén, mantuvieron una colección poética -La nube y el ciprés-, a la que se unieron nombres como Elena Martín Vivaldi, José Carlos Gallardo, Trina Mercader, Miguel Ruiz del Castillo, entre otros muchos nombres que no merecen los olvidos tan habituales en una ciudad como la nuestra.

Ladrón de Guevara va a recibir el Pozo de Oro que todos los 5 a las 5 se entrega a hombres y mujeres españolas y extranjeras relacionadas, de alguna manera, con el recuerdo del hijo más universal de Fuente Vaqueros. Guevara fue la primera voz que se escuchó en 1976 en el pueblo natal del autor del Romancero gitano o Poeta en Nueva York, entre la treintena de granadinos de la cultura que se atrevieron a romper el silencio impuesto durante décadas sobre la figura del poeta asesinado. Encaramado en el improvisado escenario gritó esa frase histórica de "¡Federico está vivo!".

Supongo que este galardón no sólo servirá para recordar aquél gesto común que representaba a una generación, sino para poner el acento en la importancia literaria como poeta, escritor y columnista que tiene Guevara, una de las voces más en contacto con el pueblo, más sensitivas, mas críticas, más independientes y, a veces, más corrosivas, con que cuenta una ciudad tan displicente como Granada. Yo no he dudado en calificarlo, cuando salió su conmovedor Solo de hombre, en 1973, como el poeta que mejor enlaza con el último Federico, abriendo espacios iluminados donde no sólo se encuentran todos los sentimientos humanos -amor, soledad, muerte-, sino un mundo visto por el lado más cercano y auténtico, el del corazón. Es el poeta más social de su generación, el que comprende a los que sufren a solas, los que buscan un trabajo, un olor de mujer o vienen de empeñar una sortija o enterrar un amor, utilizando sus palabras. Ha escrito Guevara: "Por naturaleza, por convicción, / mi vida entera gravita/ hacia el lado del corazón"

Humano, cercano, genial a veces, el hondo poeta en ocasiones se oculta bajo el escritor satírico y burlesco que parece estar de vuelta de muchas cosas. Pero nunca de lo importante. La importancia de la gente que describía cuando un grupo de poetas, artistas y periodistas granadinos, reunidos por Miguelón, descubríamos La Alpujarra en los 60: "¡Qué buena gente, /hablan despacio,/ miran de frente!". Esa es la única verdad que nos queda, hoy, cuando tantos han secuestrado para sus fines un país.

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