Manías

Erika Martínez

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Lejárraga de vuelta

En los créditos, el libreto seguía atribuyéndose con exclusividad a Gregorio Martínez Sierra

Dicen que Simone de Beauvoir le recogía a Sartre la ropa sucia en su casa para llevársela a lavar. Las revoluciones están levantadas sobre contradicciones como estas, porque hay órdenes asumidos a niveles tan profundos que harían falta tres vidas para discutirlos en todos sus rincones, y porque a veces simplemente no llegan las fuerzas. María de la O Lejárraga fue una emblemática feminista republicana. Con una sólida formación pedagógica dentro del pensamiento de la Institución Libre de Enseñanza, fue maestra, traductora, editora y una firme defensora del asociacionismo como vía de acción política. En el año 1933, resultó elegida como diputada socialista a las Cortes por Granada, ciudad con la que tuvo siempre un vínculo muy estrecho. No fue esto, sin embargo, sino su trayectoria como libretista, narradora y dramaturga, lo que la hizo pasar a la posteridad.

"El feminismo quiere sencillamente que las mujeres alcancen la plenitud de su vida, es decir, que tengan los mismos derechos y los mismos deberes que los hombres, que gobiernen el mundo a medias con ellos, ya que a medias lo pueblan". Así defendía Lejárraga la igualdad en una conferencia que firmó su marido, Gregorio Martínez Sierra, como firmó con su consentimiento la práctica totalidad de su obra. La historia es bien conocida. La propia Lejárraga da cuenta parcial de ella en sus memorias, Gregorio y yo. Medio siglo de colaboración (1953), publicadas ya en el exilio, tras quedarse viuda y ante la cruda realidad: no puede seguir firmando con el nombre de un fallecido ni cobrar los derechos que tanto necesita para sobrevivir. Estamos tan de vuelta de la memoria histórica que este libro, que supuso la doble restauración de Lejárraga como autora y como republicana exiliada, no fue editado en España hasta el año 2000.

Entre los muchos libretos que Lejárraga escribió antes de la guerra, se encuentran los de algunas de las mejores obras de Manuel de Falla, maestro "chispisaltante" --como lo llama en sus memorias- de quien fue amiga y con quien tuvo también fuertes desavenencias. En el auditorio de esta ciudad que los unió, volvió a tocarse hace un par de semanas El corregidor y la molinera. En los créditos, el libreto seguía atribuyéndose con exclusividad a Gregorio Martínez Sierra.

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