El termómetro

Enrique Novi

Lennon y el número 9

FUE el día nueve del mes de septiembre de 2009, es decir, el 09/09/09 cuando se reeditó la discografía de los Beatles remasterizada. Una fecha nada casual, pues el número nueve siempre tuvo una significación especial en la vida del más carismático de sus miembros, John Lennon, la figura más controvertida y contradictoria del grupo, el genio y el payaso, el artista y el maltratador, el pacifista y el broncas. Luces y sombras de un mito distorsionado por la figura del mártir en la que se convirtió un día 9. Mark David Chapman descargó los balazos que acabaron con su vida la noche del 8 de diciembre de 1980, cerca ya de la medianoche, pero los exégetas del universo Beatles argumentan que en su Liverpool natal ya era día 9 cuando se certificó su muerte en el Hospital Roosvelt, situado en la Novena Avenida de Nueva York, a las 11:07 p.m. (cuyos dígitos suman 9). En algunas de sus canciones el número adquiría protagonismo: Revolution No. 9 (en la que se repite como un mantra el número) o One after 909 -está escrita en el número 9 de Newcastle Road, Wavertree, Liverpool, la casa de su madre-, ambas todavía con los Beatles, o #9 Dream, de su ábum Walls & Bridges, curiosamente su noveno trabajo en solitario, donde incluía un dibujo que había hecho en su infancia en el que se veía a un jugador con una camiseta en la que lucía el número 9. ¿Adivinan que posición alcanzó ese tema en las listas de éxitos? Lennon nació el 9 de octubre de 1940 a las 6:30 p.m. (6+3=9) y su hijo Sean el mismo día de 1975. Brian Epstein, su manager, vio por primera vez a los Beatles un 9 de noviembre y firmó su contrato discográfico también un día 9. También conoció a Yoko Ono un 9 de noviembre y, ya puestos, la matrícula del coche que atropelló a su madre delante de él era LKF 630 (cuyos dígitos suman 9) e iba conducido por un agente de policía cuyo número de placa era 126 ( de nuevo 9). Desocupados de todo el mundo han escudriñado a conciencia las circunstancias de su vida para llegar a estas cábalas. Y el 9 de diciembre de 1980, del que cuando escribo esto se cumplen 30 años, el mundo conocía la noticia de su asesinato. Y a un servidor, entonces un imberbe fascinado por su música que devoraba cualquier libelo que contuviera información sobre su célebre grupo, incluyendo especulaciones numerológicas sin utilidad alguna, le cayó como un mazazo que todavía hoy recuerdo. Decidí saltarme las clases para asimilar la pérdida tumbado en los Jardines del Triunfo una soleada mañana. Creo haberlo logrado. Sus valores no me impiden ver sus estupideces. No hay amor sin dolor, pues como decía Tom Waits, si nos libramos de nuestros demonios, nos libramos también de nuestros ángeles.

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